JOSE ANTONIO CABRERA MARTINEZ
Artículo de Opinión: La era del emprendimiento
Pep Garcia (*) ASSOPRESS
Vivimos en un mundo global, tecnológico e interconectado. Hasta que llegó la pandemia, se aceptaba que transitábamos en un entorno VUCA (volátil, incierto, complejo, ambiguo). Pero a raíz de los acontecimientos acaecidos en los últimos dos años, autores como Jamais Cascio ya hablan de un nuevo paradigma, el entorno BANI, acrónimo de Brittel (quebradizo, frágil),
Anxious (que genera ansiedad), Non-linear (no lineal) e Incomprehensible (incomprensible).
En este escenario la complejidad y la volatilidad son insuficientes para entender lo que está pasando. Debemos empezar a aceptar el caos y la disrupción como parte de una realidad en la que, para dar respuesta a los retos que se nos plantean, deberemos poner en valor la flexibilidad, la transparencia, la intuición, la creatividad y el trabajo colaborativo, entre otras
habilidades.
habilidades.
Aunque en las últimas décadas hemos experimentado un progreso sin precedentes en la historia, en la actualidad la humanidad se está enfrentando a unos retos nunca vistos hasta la fecha. El cambio climático acelerado está poniendo en riesgo la viabilidad del planeta y puede provocar grandes flujos migratorios en los próximos años. El crecimiento de la población que supone grandes retos para la alimentación, la educación y la sanidad.
El 25 de septiembre de 2015, los líderes mundiales adoptaron un conjunto de objetivos globales para erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todos como parte de una nueva agenda de desarrollo sostenible. Nos referimos a los conocidos ODS propugnados por las Naciones Unidas, en dónde cada objetivo tiene metas específicas que deben alcanzarse en los próximos 15 años, es decir en el horizonte 2030. Estos objetivos plantean unos retos de una envergadura inmensa que requerirán de soluciones disruptivas en un corto periodo de tiempo.
Nos encontramos ante un cambio real de paradigma. Para enfrentarnos a los nuevos retos que este nuevo paradigma plantea no podemos aplicar los esquemas de pensamiento antiguos, no los podemos resolver con las antiguas recetas, sino que necesitamos enfrentarnos a ellos con una nueva mirada, con grandes dosis de creatividad que nos permita la disrupción necesaria. Es por ello que necesitamos más que nunca de mentes visionarias, de mentes creativas que orienten su creatividad a la acción y a la disrupción para explorar nuevas soluciones. Es por ello que estamos entrando en la era del emprendimiento.
El emprendimiento es una actitud ante la vida, es una forma de vivir. Los emprendedores miran el mundo de una manera diferente y por ello ven cosas distintas, cosas que la mayoría de las personas no son capaces de ver. Se anticipan al futuro (por eso amenudo les llamamos visionarios, no les da miedo equivocarse y luchan para hacer realidad sus ideas y sus sueños. La actitud emprendedora va más allá del mundo de la empresa.
Podemos desarrollar una actitud emprendedora en todas las facetas de nuestras vidas: en la asociación a la que pertenecemos, en las aulas, en nuestro equipo deportivo, en el club de ocio, en nuestro grupo musical, en la familia, en el grupo de amigos…
Ser emprendedor no es un don del cielo. Si nos formamos en un entorno emprendedor, probablemente tendremos más posibilidades de serlo, aunque cualquiera de nosotros puede decidir ser emprendedor, no importa el origen ni dónde nacemos. Es por eso que cuando hablamos de políticas públicas o acciones orientadas a fomentar el emprendimiento me gusta
empezar hablando de la dimensión social del concepto del emprendimiento.
Ser emprendedor no es un don del cielo. Si nos formamos en un entorno emprendedor, probablemente tendremos más posibilidades de serlo, aunque cualquiera de nosotros puede decidir ser emprendedor, no importa el origen ni dónde nacemos. Es por eso que cuando hablamos de políticas públicas o acciones orientadas a fomentar el emprendimiento me gusta
empezar hablando de la dimensión social del concepto del emprendimiento.
¿Qué idea tiene nuestra sociedad del concepto emprendedor? ¿Es un concepto positivo o negativo? La tarea fundamental de un emprendedor es pasar de un sueño, de una idea, a un modelo de negocio viable, a una empresa. La sociedad debería tener un concepto mucho más positivo de estos emprendedores, deberíamos reconocer el valor que aportan estos aventureros que abandonan la mal llamada zona de confort -puesto que es una zona donde no se crece- para solucionar problemas reales aportando valor a su entorno.
Tal como hemos comentado antes, el concepto de emprendimiento es mucho más amplio y sobrepasa el ámbito empresarial. La calidad de nuestra sociedad y la competitividad de nuestra economía depende, en gran medida, de la calidad de nuestros emprendedores. No será la única causa, pero tendrá un efecto muy importante en el bienestar y el progreso
positivo de nuestra sociedad.
La riqueza se debe redistribuir de forma justa y equitativa, y ésta tiene que ser una de las funciones principales del sector público. Pero antes de hablar de redistribuir deberíamos concentrarnos en cómo generarla. En el entorno actual, cada vez más tecnológico y digital, la competitividad de los países y de las empresas dependerá, en gran medida del talento, de la creatividad orientada a la innovación y de la capacidad de crear y utilizar la tecnología de forma competitiva.
Las empresas, para seguir siendo competitivas en un entorno tan complejo, necesitan del talento de los emprendedores internos, personas que aportan visión, creatividad y trabajo duro. El factor humano es y será el factor diferencial del éxito. El camino del emprendimiento no es fácil. Emprender es tomar nuevos caminos, caminos que no han sido nunca transitados, para los cuales no hay mapas de carreteras ni cartas de navegación. Emprender es aceptar el error como parte esencial del aprendizaje. Es también aceptar la incertidumbre y saber convivir con ella.
Los emprendedores se comprometen con sus proyectos, son resilientes, y no tiran nuca la toalla hasta que consiguen sus objetivos. Son buenos vendedores, puesto que deben ser capaces de seducir y atraer a sus proyectos el talento necesario y también a los inversores que les ayudarán con su financiación.
Además de estas cualidades, es muy importante que un emprendedor tenga valores. Un buen emprendedor es humilde, reconoce sus propios límites y pide ayuda cuando la necesita. Sabe que los valores se transmiten con la ejemplaridad. La esencia del emprendimiento es asumir riesgos, pero a la vez hay que ser prudente y antes de tomar decisiones el emprendedor
evalúa las consecuencias. Es honesto consigo mismo y con los demás.
El buen emprendedor entiende que su función en la sociedad va más allá de generar puestos de trabajo (que ya es en
sí misma una función social) y de obtener un beneficio a través de aportar valor con su solución en forma de producto o servicio. Un buen emprendedor tiene un propósito más elevado y sabe que debe aportar algo más que eso a la sociedad y que debe tener un impacto social positivo en el entorno y en el planeta.
sí misma una función social) y de obtener un beneficio a través de aportar valor con su solución en forma de producto o servicio. Un buen emprendedor tiene un propósito más elevado y sabe que debe aportar algo más que eso a la sociedad y que debe tener un impacto social positivo en el entorno y en el planeta.
Nuestros políticos e instituciones deberían legislar y trabajar arduamente para facilitar el camino del emprendimiento. Una de las funciones básicas de las instancias públicas debería ser la de propiciar un microclima adecuado para que el ecosistema emprendedor se desarrolle con fuerza en nuestro país.
Si conseguimos que se incremente el número de emprendedores, que se reduzca la elevadísima mortalidad de las startups, que la aportación de las nuevas empresas en el PIB del país incremente, así como el empleo generado por éstas, el bienestar de nuestra sociedad se incrementará notablemente.
Es revelador mirar la lista de países considerados como los más felices del mundo según el “Informe Mundial sobre la Felicidad” una publicación de la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas que se basa en los datos de una encuesta mundial realizada a personas de unas 150 naciones. Los primeros países de esta lista son Finlandia, Dinamarca, Islandia, Suiza, Holanda, Luxemburgo, Suecia, Noruega,.. Todos estos países, además de ser los países con rentas más altas y mayor nivel de bienestar, se caracterizan por una visión social muy favorable de la iniciativa emprendedora y de la
empresa.
Estos países también comparten unas políticas redistributivas muy eficaces, así como un bajísimo nivel de corrupción. Haríamos bien en tomar buena nota.
(*) Economista, MBA por el IESE, director general de Maxchief Europe, profesor de emprendimiento, mentor y business angel.
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