Marisol Ayala.
Un regalaso. Enredada en localizar textos míos para cumplir con trabajos que nos han encargado, desde hace unas semanas unos jóvenes periodistas comparten conmigo sabiduría y pasión por el periodismo. Y risas y anécdotas.
Por edad y memoria podrían ser mis hijos. Es pesado, engorroso de hecho, de no ser por las hemerotecas llegar sería imposible. Nos reunimos en una mesa grande para estar cerca y compartir hasta el pensamiento. Son pequeñas grandes historias que en los más de treinta años en La Provincia/Diario Las Palmas he ido publicando a mi aire, a veces han sido textos perdidos entre publicidad de la época. De vez en cuando un respiro sirve para seguir pensando. Por ejemplo un día dije en voz alta le fecha en la que me contrató La Provincia donde comencé de colaboradora así como en el Diario pero poca cosa. Octubre de 1986, una fecha que ahora veo que compañeros la cogieron por el aire. Nadie, ni ellos ni yo hablamos más del asunto.
Hace unos días en mi teclado apareció una carpeta. Para mi sorpresa era un texto que vino a ser uno de los primeros trabajos que publiqué en La Provincia. La página donde la noticia se hizo hueco está datada el 6 de noviembre de 1986, días después de entrar por primera vez en la redacción. Aquí tengo la página. Para acabar de rizar el rizo se trataba de una mujer que pedía a las autoridades, entonces Protección de Menores, que cuidaran de sus hijas. Ella era pobre. Ahí debuté en el mundo de la pobreza, la miseria y la marginalidad de la ciudad de entonces. No era “periodismo social”, era contar lo que ocurría en la calle y nada más. Y ahí me quedé a vivir.
En fin, que mis compañeros han buceado en los archivos y han encontrado historias que tenía olvidadas. Para entender el presente hay que conocer el pasado.
fuente: https://marisolayalablog.wordpress.com/
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