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martes, 9 de junio de 2020

LAS MASCARILLAS Y SUS CONSECUENCIAS

 

Mary Almenara.

 Cuando vamos a los hospitales y vemos a los sanitarios con boca y nariz cubiertos con una mascarilla, nos llega a parecer que les da un toque de distinción, algo que da una apariencia de superioridad sin que ellos, lógicamente, lo pretendan.

Ha tenido que venir el coronavirus para demostrar que nada más lejos de la realidad y nada más incómodo que pasar día tras día con la mascarilla puesta en nuestra cara, máxime si hay que llevarla durante ocho o nueve horas porque nuestro lugar de trabajo así nos lo exige.
Personalmente me solidarizo con todas esas personas que se la colocan cuando llegan al puesto de trabajo y tienen que llevarla hasta que llegan a su casa.
Sin embargo, dejando a un lado lo cómodo o incomodo que puede llegar a ser no podemos pasar por alto la eficacia que han tenido y tienen frente a esta pandemia que nos azota.
Gracias a ella evitamos ser contaminados o contaminar lo que hace que nos sentirnos más seguros a la hora de salir a la calle y relacionarnos con amigos o conocidos.
Pero, como todo tiene sus pros y sus contras. Los pros ya los he enumerado, ahora queda conocer los contras que no son otros que los que nosotros mismos creamos y son las imágenes que vemos en la televisión las que hablan por sí solas.
A raíz del confinamiento, los mares, ríos, campos incluso las calles se vieron exentos de la basura que día tras día vamos dejando por donde quiera que nos movemos. Tendría que darnos vergüenza ver cómo tras el aislamiento en nuestras casas todo adquirió su aspecto verdadero, como podíamos contemplar las aguas claras, los campos limpios y en las calles se veía retoñar la hierba salvaje llenando cada pequeño hueco donde podían echar sus raíces dando un aspecto más agradable.
Sin embargo, a medida que vamos pasando fases vamos comprobando como en cada lugar se nota la mano destructible del hombre Los guantes y mascarillas están campando a sus anchas por las calles, playas y allá donde el viento les lleva.
El mar vuelve a ahogarse con tanta basura, las alcantarillas se colapsan con ellas y con las toallitas y no digamos de los contenedores vacíos y las bolsas en las aceras.
Confieso que he pensado y muy seriamente, que todo lo que nos está sucediendo es el pago que nos da la madre naturaleza.
María Sánchez.

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