Ella no se atreve a contar su historia sin tomar precaución; conoce bien al padre de su hija. Lo conoce tanto que al mes de nacer la niña, que hoy tiene cuatro años, abrió la puerta y huyó.
Cada vez que la pequeña vuelve a casa de su madre han de pasar dos o tres días para que se reconcilie con ella en la que descarga toda su ira y amargura. La mamá sabe que cada fin de semana con papá supone para su hija ingerir comida basura o “papas y huevos”, no sacarla de casa, no ofrecerle el mimo y la mínima atención que demanda cualquier niña a esa edad. Esa alimentación inadecuada le está creado a la pequeña problemas en sus necisidades fisiológicas. Le cuesta orinar y sufre un importante entreñimiento. Les recuerdo que tiene cuatro años.
Hace unos meses la mujer desesperada decidió esperar a la juez en la puerta de su despacho para contarle con exactitud lo que está viviendo la niña. La respuesta de la juez no fue la esperada. “No hay pruebas”, argumentó. Lástima que los expedientes no lloren, que sean documentos fríos que se ajustan a una ley que en el caso del que hablo es de una injusticia sangrante. Encima el ejemplar aprovecha las visitas de la niña para intoxicarla hablándole mal de mamá algo que poco a poco ha ido haciendo mella en la criatura. Ya es su enemiga. Cuando un día la pequeña llegó desaliñada, sucia, cansada y llorosa lo denunció en la Comisaria de Policía. “Pero no hay nada más. No hay signos de agresión. Un poco sucia, eso sí, pero…”. ¿Es tan complicado investigar el caso?, ¿escuchar a la niña o comprobar la ansiedad que sufre dos viernes de cada mes? Debe ser.
En fin. Si Menores quiere saber algo más de un caso que está destrozando la vida de una chiquilla les facilito el contacto para que investiguen con urgencia.
Sé bien lo que digo.
En fin. Si Menores quiere saber algo más de un caso que está destrozando la vida de una chiquilla les facilito el contacto para que investiguen con urgencia.
Sé bien lo que digo.
FUENTE : http://www.marisolayala.com/
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