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miércoles, 23 de septiembre de 2015

El Rainbow Warrior testigo de la pesca ilegal en el Pacífico












Llevamos navegando más de un mes desde que salimos de Auckland, Nueva Zelanda, y hemos recorrido más de 4000 millas. Te das cuenta de lo enorme que es este ocėano Pacífico cuando dibujas la posición del barco en la carta... Van pasando los días y apenas hemos avanzado. Parece interminable y es fácil pensar que es inagotable también en recursos pesqueros.











Miles de palangreros de diferentes nacionalidades pescan a sus anchas entre las pequeñas islas esparcidas por estas latitudes. Pescan especies como el famoso atún rabil o “yellowfin” (que conocemos en las latas como “atún claro”) y distintas especies de tiburón. Muchos de estos pesqueros trafican ilegalmente con aletas de tiburón y otros, bajo sencillas reglas legales, también esquilman diariamente estos mares.

Navegamos a bordo del velero Rainbow Warrior en busca de pesqueros ilegales o de buques congeladores a los que los barcos pesqueros transbordan las capturas. Así, éstos pequeños pesqueros pueden pasar grandes periodos en el mar, algunas veces por más de un año, sin tocar tierra. Esto conlleva que no haya control de lo que han pescado y, en muchos casos,unas terribles condiciones laborales de sus tripulaciones.

El otro día avistamos uno de estos palangreros. El buque Shuen De Ching No. 888 con bandera de Taiwan y que no aparecía registrado como legal en los archivos públicos a los que han accedido los responsables de la campaña. Preparamos un equipo para documentar el barco y así descubrir lo que estaba realmente pasando a bordo de ese pesquero.

En esta ocasión, tuve la oportunidad de participar en la documentación del pesquero. Tras examinar junto al equipo de campañas el Diario de abordo del Capitán, nos dimos cuenta de que muchos de los datos probablemente eran falsos. Después, procedimos a investigar algunas de las bodegas congelador del barco. Allí encontramos, entre varias toneladas de atún y otras especies como el pez espada, varios sacos con 75 kg de aletas de tiburón. Una triste evidencia del daño que puede producir un sólo pequeño pesquero. Asusta pensar en los miles de palangreros que navegan esquilmando estas aguas.

Pienso que desde nuestras casas también tenemos la oportunidad de cambiar todo esto si de verdad queremos unos mares sanos para el futuro. Se trata de ser más conscientes de lo que tenemos en el plato cada día.
Detrás de esa pequeńa lata de atún que compramos en el supermercado puede haber una historia como la que acabo de contar. Todos a bordo del Rainbow Warrior, desde estos lejanos mares, deseamos enviar este mensaje con esta campaña.

Fernando Romo, oficial a bordo del Rainbow Warrior
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