martes, 8 de septiembre de 2015

Venganza paterna


Ella no se atreve a contar su historia sin tomar precaución; conoce bien al padre de su hija. Lo conoce tanto que al mes de nacer la niña, que hoy tiene cuatro años, abrió la puerta y huyó. 
Con 26 años y una relación de poco más de un año se cansó de que la maltratara, hiciera añicos su vida o algo material como un ordenador a martillazos porque, le dijo, “hablas mucho”. Que violara todas las normas de convivencia. Hoy está viendo cómo ese machote le daña en lo que más le duele. La hija en común. Es violento y obsesivo y no perdona que lo abandonara. La ha perseguido hasta tener que cambiar de trabajo y ciudad para evitarlo. Pero lo peor estaba por llegar, eso que ella llama “venganza paterna” ejecutada en la niña pero dirigida a ver sufrir a su excompañera. El día que una juez de Las Palmas de Gran Canaria dictó que tendría la custodia de la niña pero compartiendo fines de semana y vacaciones con él la chiquilla se convirtió en la principal víctima del destrozo. Y así llevan cuatro años. Cuatro en los que la pequeña cuando presiente que llega el viernes llora amargamente porque no quiere ir a casa de un papá que no la cuida, no la asea y la alimenta mal. Raro es el domingo que al volver con mamá no tiene que ser observada en el Materno para tranquilizar su miedo, su ansiedad, sus lágrimas. La niña conoce nombres de los tranquilizantes que la calman. Los médicos se asombran y aconsejan denunciar el origen de tanto daño. Ellos lo informan por escrito. Cuando la escuchan entre gemidos llamar “mala” a quien la pequeña culpa de dejarla a merced de su padre, no saben qué decir y aconsejan un psicólogo. Llora hasta en sueños. Los informes médicos detallan que la niña “llora durante horas. Los viernes que le toca no quiere que se haga de día porque sabe que tendrá que ir con papá. No entiende por qué tiene que estar al lado de quien no quiere ni la quiere”. Las denuncias presentadas para que revisen la situación han servido de poco. Ambas viven en un infierno y el miedo de mamá es justificado porque el rencor va en aumento.
Cada vez que la pequeña vuelve a casa de su madre han de pasar dos o tres días para que se reconcilie con ella en la que descarga toda su ira y amargura. La mamá sabe que cada fin de semana con papá supone para su hija ingerir comida basura o “papas y huevos”, no sacarla de casa, no ofrecerle el mimo y la mínima atención que demanda cualquier niña a esa edad. Esa alimentación inadecuada le está creado a la pequeña problemas en sus necisidades fisiológicas. Le cuesta orinar y sufre un importante entreñimiento. Les recuerdo que tiene cuatro años. 
Hace unos meses la mujer desesperada decidió esperar a la juez en la puerta de su despacho para contarle con exactitud lo que está viviendo la niña. La respuesta de la juez no fue la esperada. “No hay pruebas”, argumentó. Lástima que los expedientes no lloren, que sean documentos fríos que se ajustan a una ley que en el caso del que hablo es de una injusticia sangrante. Encima el ejemplar aprovecha las visitas de la niña para intoxicarla hablándole mal de mamá algo que poco a poco ha ido haciendo mella en la criatura. Ya es su enemiga. Cuando un día la pequeña llegó desaliñada, sucia, cansada y llorosa lo denunció en la Comisaria de Policía. “Pero no hay nada más. No hay signos de agresión. Un poco sucia, eso sí, pero…”. ¿Es tan complicado investigar el caso?, ¿escuchar a la niña o comprobar la ansiedad que sufre dos viernes de cada mes? Debe ser. 
En fin. Si Menores quiere saber algo más de un caso que está destrozando la vida de una chiquilla les facilito el contacto para que investiguen con urgencia.
Sé bien lo que digo.
FUENTE : http://www.marisolayala.com/

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