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lunes, 15 de diciembre de 2014

Cloacas y periodismo. Paco Déniz


Es el momento perfecto para entender algunos conceptos claves de la teoría política. Las cloacas del Estado se supone que es donde trabajan personas grises a oscuras, que realizan el trabajo sucio en una misión imposible, imposible de creer que haya gente que se dedica a eso, imposible de creer que haya instituciones que mantienen a sueldo a tipejos sin escrúpulos, para buscar o inventar algún trapo que pueda ser usado para desacreditar a un adversario político. Algún vicio inconfesable, alguna relación no bendecida, algún desliz a micrófono cerrado, en fin, coger al opositor en cuestión en algún renuncio. 
Luego, esa información construida por los cloaqueros del régimen es puesta a disposición de algunos periodistas para que la aireen y tergiversen convenientemente. Todos cobran, algunos en dinero apestoso y otros en especie. Y de esa información se benefician todas las personas sin escrúpulos que tienen una posición privilegiada que perder. Es como una partida de ajedrez, para evitar el jaque se colocan delante los peones, los caballos, las torres, y en la media punta los alfiles. En el caso del Estado español contra Podemos, juegan en la media punta algunos provo-periodistas que pierden toda profesionalidad y decencia para desplegar su talante facha. Al presentador del canal 24 horas, al facha de Inda, al torturador-interrogador Alfonso Rojo, y al coro de tertulianos del centro español ibérico de la meseta central castellanísima habrá que hacerles un monumento por destacados ultra-hinchas simbólicamente violentos. Porque, aunque estén nerviosos, muy nerviosos, no puede ser que en una televisión pública se permita semejante monólogo ultraderechista. Primero: la pagamos todos; segundo: periodísticamente hablando, no tienen ningún rigor profesional ni intelectual, y convierten al periodismo en lo que es: en una variante del género de la propaganda, aderezada con mala educación y bajezas de todo tipo.
Y hasta tal punto ha llegado la cosa, que los líderes madrileños de Podemos serán recordados, no por su discurso, sino por la calidad de sus tripas. Porque hay que tener tripas para aguantar a esa panda de provocadores y cloaqueros sin levantarte y meterles un cabezazo de arriba pa’ bajo. Perdón, quise decir, sin perder la compostura. Por si fuera poco, los cloaqueros siempre colocan la tapa de la alcantarilla por dónde necesariamente ha de pasar tu camino.
*Paco Déniz es profesor de Sociología en la Universidad de La Laguna. Da clases en la Facultad de Periodismo y en la de Sociología. Este artículo fue remitido por su autor a nuestro blog para su publicación.
http://juanglujan.wordpress.com/

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