… ¿acaso todas las tabaibas juntas, valen tanto como
una vida humana? Pues, por culpa de ellas, los hay que se han quitado la vida,
se han suicidado, huyendo de pagar multas y cárcel. Nada importa queden viudas
y huérfanos, y es que ni siquiera nos enteramos. Fuentes ciertas nos (me)
informan de forma informal (funerarios amigos, y amigos que te lo cuentan), que
salimos a tantos suicidados como días tiene el mes, término medio. Y ante esta
sangría humana, para y por defender la leche de la tabaiba y su planta en sí,
con su veneno en tallos, hojas y flor, es algo que clama al cielo, a bruselas,
a europa (no pueden ser escritas con mayúscula), a conciencias, a políticos, a
gobernantes, a universidades, a periodistas callados, etc.
Que dineros hayan
que entren en arcas chorreando sangre, ¡no es justo!; que el miedo campee por
todos lados, por mor de una planta que nada produce, ni de ella bien alguno se
sigue, a pesar de cubrir ya el noventa por ciento alto del territorio, que cubierto
el resto por el cemento y el alquitrán (o asfalto), ¿qué va ser de una
sociedad, que pierde a los hombres que trabajan la tierra y cometen delito si
quitan una tabaiba del su camino, terreno o paisaje? ¿Es que se ha llegado a
divinizar una planta en defecto y comparación con el género humano, rey de la
creación y al que la naturaleza todo le está a su servicio? Pero, ¿es que se ha
perdido el norte, el rumbo y la sensatez?, ¿hasta dónde y cuándo y cuánto, se
va a mantener la protección de lo que no necesita de tal protección al contar
con un número indefinido, que crece de día en día en rápida y veloz expansión, llenándolo todo? Y que si usted
quita una para llegar hasta lo suyo, y en lo suyo, para plantar algo con qué
comer, no debes hacerlo, ¡salvo que tengas que pasar por el calvario de tener
que pagar por lo que consideran un delito de enorme gravedad, y ya a muchos,
quitarse la vida ante atropello tal! ¡Ya está bien, hombre!
El Padre Báez.
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