Al menos 26 personas tuvieron que ser ayer atendidas ayer en las playas santacruceras de Las Teresitas y Las Gaviotas tras sufrir picaduras de aguavivas, 24 en la primera y dos en la segunda. Dolor, picor y la piel irritada fueron los principales síntomas que presentaron todos los afectados.
A última hora de la tarde de ayer, la Policía Local de Santa Cruz desaconsejó meterse en el agua en estas zonas de baño aunque en ningún momento se llegaron a cerrar las playas al público.
Aunque la presencia de las medusas se detectó a última hora de la tarde, solo un grupo de Protección Civil atendió al caer el sol a los bañistas que presentaron algún tipo de problema. Este dispositivo especial se mantuvo hasta las 22:00 horas en la playa de Las Teresitas aunque está previsto que hoy se valore de nuevo la situación por si fuera necesario adoptar otro tipo de medidas como el cierre provisional de esta zona de baño. En el puesto de Cruz Roja, al final de la playa, ondeaba una bandera con la palabra medusas. Fue la única advertencia física que pudieron ver los bañistas.
Los más pequeños disfrutaron como si se tratara de una auténtica fiesta. "Ellos encuentran cualquier excusa para pasarlo bien", explicó Alejandro Herrera, padre de Sonia y Carla. Sin embargo, ambos tenían muy claro que no podían meterse en el agua bajo ningún concepto. "Pican, pican mucho", dijeron.
Resignación
Sentada en uno de los chiringuitos de Las Teresitas disfrutaba de la tarde, sin poder darse un chapuzón, Daniela Cazorla. "He visto como han salido varias personas con picaduras, incluso las que estaban sólo caminando por la orilla. Es un peligro y deberían cerrar la playa", valoró. "Son grandes y feas, y dan mucho asco. Decían que se pegaban en las manos", aseguró. "No podemos hacer nada y lo mejor es no bañarse si es lo que recomiendan hacer", añadió.
En la arena muchos eran los comentarios sobre los posibles remedios para mejorar el escozor que producen las aguavivas. Lo mejor, y esa fue la conclusión de la mayoría, era no darse un baño hasta que la situación mejore para no arriesgarse a sufrir una situación incómoda. "Mejor nos vamos a casa y no venir más hasta que digan que todo está bien y que ya no hay medusas", expuso Mari Carmen Pérez. Al caminar, por cualquier lugar cercano al agua, se podían divisar sin problemas los ejemplares. La mayoría era del tamaño de la palma de mano.
"Pues yo me he metido, mirando mucho a mi alrededor, y no me han picado. Soy un hombre con suerte", expuso Carmelo Martín, habitual de la zona. "La verdad es que tanta cantidad nunca había visto", remarcó.
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