Ha saltado la alarma por la disminución de las colonias de abejas en todo el mundo. La Organización para la Investigación Industrial y Científica de la Mancomunidad de Australia (CSIRO) y la Universidad de Tasmania han ideado un proyecto que consiste en colocar sensores en los insectos. Estos chips de 2,5 por 2,5 milímetros permiten crear modelos de movimientos tridimensionales, que informan de la relación de las abejas con su entorno y de los cambios en su comportamiento, así como evalúan el impacto de los pesticidas y desvelan las claves del declive de su población en el mundo.
Una pequeña mochila a la espalda
El director del proyecto, Paulo de Souza, informó de que colocarán a cada abeja en un lugar frío, a unos cinco grados bajo cero, para dormirla antes de colocarle el sensor y que emprenda el vuelo.Las abejas suelen alejarse unos 700 metros de su colmena, pero siempre retornan al lugar de origen, lo que facilita el trabajo de control a través de los sensores.
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