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miércoles, 19 de junio de 2013

Gravedad en el campo:










AUTOR . FERNANDO BAEZ

La conciencia está dormida en el campo. Solo hay silencio sobre el campo. No hay solidaridad con el campo y el campesinado. La situación es de sufrimiento. El campo, está retenido. Se está contra la dignidad del campesino y del campo. Nadie abre la boca en defensa del campo. El campo está practicando la no-violencia de Gandhi, pero sin eficacia alguna. El campo resiste y no actúa. No se interpela a nadie. Nadie se compromete a nada, nadie interpela a las “autoridades”. El campo está alambrado. Las leyes miedoambientales vulneran al campesino. Son leyes que hieren la sensibilidad del campesino, y lo deshumaniza. Las políticas, están contra el campo y los campesinos. El campo está encarcelado, y sin embargo, nadie lo denuncia. El campo, está retenido. Están todos muy equivocados. El campo está encerrado en sí mismo (esa es la cárcel). Miedo ambiente y el seprona (el cabildo), le pone rejas al campo y encierra al campesino. Los políticos se oponen al campo. Castiga al campesino. Vulneran la dignidad del campesino. Privan de libertad al campesino. Controlan al campesino en cualquiera de sus movimientos, de forma y manera excesiva y traumática (multas elevadísimas por nimiedades). Son tres los que sufren la pérdida de humanidad: los que padecen este acoso, los que lo aplican y a la sociedad que tolera estas prácticas contra el campo y el campesinado. Agreden de continuo al campesino. Atacan al campesino. Se deshumaniza al campesino. Se considera al campesino como fuente de recaudación, al que nada se le permite producir. Es una violación en toda regla. Se normaliza la acción del miedoambiente y el seprona (el cabildo). Se cambia a mentalidad del campesino, contra el campo. Desaparece una cultura. Se vuelve extremadamente difícil vivir en el campo y del campo. Se está dejando huellas terribles en el campo (protección divina a las multimillonarias tabaibas que ocupan ya tres de cuatro partes del terreno grantabaibero, como ejemplo, entre miles otros absurdos y ridículos). Nadie defiende la dignidad del campesino. Nadie condena la actuación cabildicia contra el campo. No se respeta al campesino, por más anciano que sea y menor cada vez más su número. Hay un combate estructurado contra el campo y el campesinado. El campo padece una grave injusticia, que nadie denuncia. Ningún medio presta atención a estas gravísimas noticias. Se vulneran derechos humanos. El campesino es víctima de abusos inmedibles. Se perpetua esta situación a la que no se le ve merma, sino aumento. Faltan palabras para describir lo que está pasando en el campo, y nadie grita en su defensa. Se desprecia al campo y a los que en él viven y en él trabajaban. Se hiere impunemente al campesino (multas y sanciones por todo y por nada). No hay esperanza. Hasta los del Evangelio callan. La Iglesia lo ignora. Cáritas no se entera. Nadie dice nada. Todos callan. No hay una sola voz que denuncie la situación que va más allá del atropello. Se pierde la gran riqueza que cada campesino atesora en su interior, que desaparece. Nadie opta por la defensa del campo y de los campesinos. Todos optan por el silencio y la callada. Lo que consumimos todo viene de fuera. Parece la sociedad grantabaibera es una sociedad zombi, que no se entera y vive drogada con el fútbol diario y constante. Nadie lucha en defensa del campo y de los campesinos. El campo sufre la presencia constante y omnipresente del seprona y del miedoambiente con el cabildo en su parque móvil. Ya es urgente unirnos para defender al sector primario (cada vez más hay menos turistas). No hay grupo, ni asociación que defienda el campo. Hay algunas siglas engañadoras y que se aprovechan los que las detentan. Los sin papeles son mejores tratados que los campesinos nuestros; los inmigrantes, tienen mejor suerte que los campesinos; los campesinos son los peores en todo. No se le ve porvenir al campo (salvo como pistas para correr). Los caminos del campo, se rehabilitan para carreras, sin más (no para el paso de ganado o tránsito para el cultivo). Nuestro silencio, nos hace responsables y cómplices. Es el mal mayor. La banalización es tanta, que se ha puesto en marcha una serie de leyes y normar, reglamentos y artículos, que destruyen el campo y al campesinado. Y todo ello, por nuestra falta de implicación social o política, por nuestra negligencia. Las conciencias como si estuvieran dormidas (ciegas por el fútbol y el carnaval). Oscuro se ve el futuro de leyes contra el campo y el campesino. Se degrada el campo, y nadie reacciona, las conciencias están dormidas. El trato es denigrante (endofobia). Hay alarma en el campo, pero nadie la oye. Se retrocede en el campo, aceleradamente. Se limita toda acción en el campo, y se persigue al campesino. Se estigmatiza al cada vez más pobre campesino, al que se le controla hasta en la más mínima acción, toda punible, que lo paraliza. El agro, desaparece...

El Padre Báez.


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