AUTOR: DIEGO GAFO.
Permítanme compartir un hecho que acaeció en el albergue de personas sin hogar donde trabajo. El protagonista de hoy se llama Mario, nacido en México, aunque con nacionalidad española. Mario llegó al albergue hace cinco meses. Está incluido en un programa de inserción sociolaboral donde su comportamiento es ejemplar.
A los pocos días de nacer el bebé ella le llamó por teléfono porque necesitaba pañales. Él estaba trabajando y no podía ir. La respuesta de ella fue concluyente. O acudía inmediatamente o el niño lo pagaría. Mario oyó dos fuertes golpes y preguntó qué había pasado. Pero ella no contestó y colgó. Afortunadamente todo quedó en un enorme susto. No fue un hecho aislado. Ocurrió varias veces más. En otra ocasión lo amenazó con no alimentar al bebé hasta que él hiciera lo que ella demandaba. Era un mal sueño constante. Las amenazas también se producían mediante WhatsApp. Lo insultaba continuamente. Aseguraba que nadie le iba a alquilar un piso a un panchito con lo feo que era. Lo más dulce que decía era que era el hijo de una meretriz. Leer esa conversación era lo más parecido a una película de terror.
Dado que el grado de amenazas iba aumentando, lo acompañamos a la Policía Nacional, puesto que temíamos incluso por la vida del bebé. Y ¿saben qué ocurrió? Efectivamente. Nada. Apenas nos hicieron caso e insistieron en que no denunciáramos. Su única intervención fue llamar por teléfono a la susodicha para preguntar si todo estaba bien. No debimos elegir la hora de la comida para ir a ningún sitio. Alguno imagina qué ocurriría si la situación hubiera sido a la inversa? Les aseguro que Mario estaría ya entre rejas. Y posiblemente fuera lo más justo, debido a la gran alarma social por los asesinos que matan a sus mujeres. La prevención es esencial. Pero no seamos ciegos. Hay malnacidos en todas partes. También pueden ser mujeres. No estoy hablando de proteger más a ellos que a ellas, sino de ser justo. Dejar de comportarnos como idiotas ante las injusticias, justificándolas, o no, si las comete uno u otro. Si el día de mañana ocurre una desgracia —Dios no lo quiera— espero que estos agentes de Policía sean conscientes del daño que han provocado por su inacción.
Piensen. Sean buenos.
La canción regalo de hoy la elijo yo. Es Hurricane. Una de mis favoritas del último premio Nobel de literatura. Merecidísimo. Por fin podemos decir todos que hemos leído al último galardonado. Con todos ustedes: ¡Bob Dylan!
http://www.marisolayala.com/
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