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| Luis seco de Lucena |
Escucha, pequeña, como suena el agua del río,
música rítmica, melodía constante,
parece un susurro antiguo y bravío,
canción inmutable, firme y vibrante.
Mira cómo se pulen las piedras al compás del agua,
como el tiempo desgasta con dulce insistencia,
así también el alma en su lucha naufraga
y aprende a brillar tras cada experiencia.
Traquetean los guijarros al son de la corriente,
no hay piedra que escape al vaivén de su paso,
igual que la vida, feroz y envolvente,
nos reta a cruzar su inclemente abrazo.
Pero el río, pequeña, no teme a la roca,
no frena su curso, no cede a su muro,
con fuerza la abraza, la empuja, la toca,
y sigue su senda sin miedo al futuro.
Coge una piedra y escribe tu nombre,
que el agua la guarde, que el agua la roce,
serás como ella, sin dueño ni hombre,
sin miedo a la sombra, sin voz que la troce.
No temas los golpes, ni el frío, ni el viento,
si el río no cesa, tú sigue adelante,
pues todo en la vida se forja en tormento
y sólo resiste quien fluye constante.
Luis seco de Lucena
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