Entre otras razones, la enfermedad se extendió como la pólvora a causa de la negación del uso del preservativo entre un gran número de hombres. Algo tan sencillo como eso no solo evita un embarazo no deseado, también nos protege contra muchas enfermedades contagiosas que se propaga con las relaciones sexuales.
En 1981 apareció por primera vez los primeros cinco casos de enfermos de VIH, más conocido como sida. Las primeras personas en padecerlo fueron cinco jóvenes americanos homosexuales.
En 1982 aparecen casos en personas hemofílicas, lo que dejó al mundo descolocado pues, como siempre, lo primero que se hizo fue crear un estigma social y, si ya de por si a los homosexuales se les miraba como a bichos raros, esto vino a empeorarlo mucho más.
Se huía de ellos como del fuego creándose casi un gueto donde los etéreos no podían acercarse so pena de salir infestados. Poco a poco fueron apareciendo más y más personas padeciendo el tan temido VIH hasta que de pronto saltó la alarma al verse contagiada más de un mujer.
Lógicamente, esto causo más miedo si cabe, pues se creía a pie juntilla que la enfermedad solo podía afectar a los homosexuales. Gracias a los estudios realizados se descubrió que esta enfermedad se transmitía: al compartir agujas por consumo de drogas, o a través del contacto con la sangre de una persona con VIH.
Las mujeres se contagiaban al tener relaciones sexuales con hombres que padecían la enfermedad, con el agravante de que al quedar embarazadas contagiaban al bebé durante el parto o por la lactancia materna.
Por suerte se ha llegado a encontrar el medicamento adecuado para que, hoy por hoy, esté casi erradicada aunque aún sigue causando mucho dolor y muerte.
Termino este artículo recordando aquel celebre anuncio que decía, PONTELO, PONSELO.
Mary Almenara
No hay comentarios:
Publicar un comentario