Los beneficios cerebrales de la danza
Jordi A. Jauset (*) ASSOPRESS
Sincronizar
música y movimiento es un juego de doble placer: la música estimula los
núcleos de recompensa del cerebro y la danza activa los circuitos
motores y sensoriales que involucran a diversas partes del cerebro,
entre ellas las relacionadas con la memoria.
La mayoría de estudios neurocientíficos relacionados con la interacción música-cerebro se han efectuado con músicos instrumentistas. Quizás porque lo son investigadores mundialmente reconocidos como Roberto Zatorre (universidad Mc Gill, Canadá), Gottfried Schlaug (Harvard Medical School, Boston, EUA) y/o Eckart Altenmüller (Director del Instituto de Fisiología de la Música y Medicina de Músicos, Hannover, Alemania.), entre otros, y/o por la relativa facilidad de explorar el cerebro mientras se interpreta un instrumento musical, adaptado convenientemente, en el interior de un equipo de resonancia magnética.
Pero, desde hace unos pocos años, comienzan a aparecer estudios que analizan y exponen los beneficios cerebrales de los practicantes de la danza. (clásica, moderna, popular). De hecho, el movimiento corporal expresivo que ejecutan tiene su origen en la escucha y percepción musical, lo cual parecería indicar que los cambios neuroplásticos deberían ser muy parecidos o similares a los de los instrumentistas, añadiéndose además los característicos o propios de un ejercicio físico intenso como es el movimiento corporal.
La constante interacción de impulsos nerviosos o potenciales de acción, en multitud de flujos entre todas las áreas que intervienen en el movimiento (motoras, visuoespaciales, propioceptivas, vestibulares, emocionales) situadas en la práctica totalidad del encéfalo (lóbulos frontales, temporales, parietales, occipital, áreas subcorticales, y la coordinación del cerebelo) originan importantes cambios en los cerebros de sus practicantes.
La
danza, actividad que integra toda esa información tan diversa, combina
la práctica aeróbica con las demandas cognitivas, una excelente
combinación que repercute positivamente en edades adultas, en una mejora
del equilibrio y en un aumento de la materia gris del hipocampo,
afectando positivamente a la memoria.
Al
igual que los instrumentistas, la constante y repetida práctica origina
una serie de cambios cerebrales (estructurales y funcionales) que
generan una mayor reserva cognitiva, reforzando la hipótesis de una
mayor resistencia ante la neurodegeneración, reduciéndose el riesgo,
entre otros, de padecer demencia senil.
Eso sí, no olvidemos que siempre hay que considerar la individualidad o susceptibilidad
individual, por razones genéticas, lo cual impide inferir dichos beneficios a la totalidad
de sus practicantes.
Nos asombraría conocer todas y cada una de las ventajas que se derivan de la práctica
de la danza. Entre ellas, se incluyen la estimulación del hipocampo (al memorizar los
distintos pasos o secuencias) la mayor secreción de las importantes proteínas
neurotróficas (BDNF), los cambios en los niveles de neurotransmisores (modifican el
estado de ánimo y combaten estados depresivos), la generación de placer (aumento
de dopamina), a los que podrían sumarse todos aquellos derivados de su ejecución en
grupo (aumento de oxitocina).
Los practicantes de la danza tienen una mayor sensibilidad a la propiocepción, pero
también a la interocepción, lo cual promueve la autoconciencia y un mayor control de
impulsos, por lo que podría ser una terapia recomendable para combatir las
adicciones.
también a la interocepción, lo cual promueve la autoconciencia y un mayor control de
impulsos, por lo que podría ser una terapia recomendable para combatir las
adicciones.
Según Peter Lovatt, director del Laboratorio de Psicología de la danza de la Universidad de Hertfordshire (UK) “…bailar ayuda al cerebro a generar nuevas rutas de pensamiento, nuevos circuitos neuronales, especialmente cuando se combina con el canto y la música.
El
baile enseña a planificar y controlar tareas distintas que se ejecutan
simultáneamente”. Un buen ejemplo, por tanto, de otra actividad musical
tan beneficiosa para nuestro cerebro, que debería incluirse en las
etapas o ciclos educativos escolares de nuestros hijos.
Si deseas más información, podrás hallarla en mi libro "¿La música distrae?
Neuromúsica y Educación".
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