Aún resuena la melodía de Ludovico Einaudi tocando en mitad del glaciar. Los bloques de hielo que se desprendían tras el piano de cola eran una alegoría de lo que está pasando en el Ártico: hemos perdido tres cuartas partes de lo que fue un gran mar helado y a su vez, sigue siendo el océano más desprotegido del planeta.
En marzo de 2016, OSPAR había reconocido que el espacio debía protegerse por su gran valía ambiental. OSPAR y otros organismos internacionales como la CBD. Pero después de una semana de negociaciones, la Comisión OSPAR no ha sido capaz de llegar a un acuerdo para hacer efectiva la protección del Ártico.
A pesar de los esfuerzos del Presidente de la Comisión OSPAR y algunas delegaciones -como Alemania, la Comisión Europea, Francia o España- para conseguir un acuerdo ambicioso,Noruega, Dinamarca e Islandia se han encargado de postergar, una vez más, el proceso de la designación de la primera marina área protegida en las aguas internacionales del Ártico.
El Ártico que queremos proteger son aguas internacionales que nos pertenecen a todos. El Ártico que suena en la melodía de Ludovico Einanudi es ese desierto helado fundamental para osos polares o marsopas. El Ártico que queremos proteger es el aire acondicionado del planeta. El Ártico que queremos proteger es para la humanidad. Y no es ni de Noruega, Dinamarca o Islandia. El cambio climático actúa más rápido que OSPAR.
Hoy el reloj se ha parado para los políticos pero para nosotros, nuestras voces impulsadas por ocho millones de personas seguirán defendiendo ese paraíso helado para que su protección sea inmediata. Estamos también valorando como tomar acciones legales contra Noruega por su impulso a la explotación industrial del Ártico. Seguiremos buscando además un nuevo modelo energético basado en energías limpias para amortiguar los efectos del cambio climático en el Ártico y para que no se extraiga una gota de petróleo de estas aguas internacionales. Eso de momento lo hemos parado.
Noruega, Islandia y Dinamarca no podréis callar ocho millones de voces. Seguiremos luchando y nuestras lanchas persiguiendolos. La melodía del piano ya nos acompañará siempre.
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