Con las pasarelas que son las romerías (o ronerías)
ya se comienza a conocer las tendencias que marca la moda campesina, tanto
femenina como masculina, rebuscando en el baúl de los recuerdos, para copiar a
las abuelas (las hembras) y a los abuelos (los varones). Curioso, que a pesar
de la crisis, el comercio de ropas típicas, aunque las hagan en China,
prevalece, y no se ve un vaquero, sino chalecos, grises, y rosarios al cuello.
Más bien con poca imaginación, lo de llevar el vaso colgado al pecho, y otras
contradicciones. Lo que está claro, es que no se resiente la moda campesina,
que contrariamente a la realidad, cuanto menos campesinos, más disfrazados de
ellos. No sé si el subconsciente está diciendo algo, pero psiquiatras hay que
deben saberlo. Cierto que la modernidad, pone sus detalles, pero permanece el
esquema rancio de un ayer en el vestir, que ya hasta cansa por repetido y por no
representar sino un pasado lejano ya en el tiempo.
Pero, pasemos a ver el
desfile, haga fío o calor, sea de día o de noche, que se presentan con la
carroza, con timple sonando y desganatillándose con voces al aire, repetidas
miles de veces y sin ninguna gracia. Y así el boyero –si es que queda alguno-
como el ministro, presidentes y consejeros, alcaldes y asesores, todos con el
traje de los que ellos han desparecido, y casi han acabado. Así que ya ruedan
las tendencias primavera-verano del presente año 2013, en curso. Así que, la
moda campesina, no está en crisis, sino que sigue en alza, y así lo vemos en
toda las ferias o fiestas, con patrón al fondo y excluido; que van a otra cosa.
No faltan los complementos: mantilla, faja, sombrero, etc., todos exhibiendo en
el pase, el pantalón a rayas, y las faldas rastreras. Todos muestran la
sastrería más cutre que en el panorama de la moda haya; pero, es lo que hay:
más de lo mismo. No falta ya el amarillo, que se pone de moda y abre camino a
pesar de la mala fama de mala suerte. El escenario es: toda la isla, ya sea en
calles centrales, como a orillas de barrancos, por carreteras y caminos
mezclado todo con el folklore más tradicional y repetido, cual si fuera una
primicia. En definitiva, prevalece lo campesino en el atuendo, y todo esto,
tiene su aspecto comercial, que reinterpretan lo clásico y la tradición. En
cuanto al color –por lo dicho- prevalece el oscuro, el negro y el gris. Por
supuesto que no aparecen los estampados, sino los colores lisos, sin más.
El Padre Báez.
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