miércoles, 15 de mayo de 2013

Centenario maldito para el campo:

AUTOR : PADRE BAEZ


Este año, se ha cumplido con un maldito centenario: el del cabildo. El cabildo ha logrado acabar con la agricultura y con la ganadería, gracias a las multas a los campesinos, de los que se mantienen, esa obsoleta institución, que repite el gobierno autónomo y nos engrosan un súper o doble, bis u otro gobierno más, donde solo ha creado conflictos en la sociedad, ha alimentado un para-ejército militar que controla la situación campesina, y ha llenado de leyes ridículas y absurdas el campo, y ha echado del mismo a sus moradores de siempre, para dejar que la tabaiba se expanda por todas partes. Reina pues, el desconcierto en el campo, donde el cabildo no permite hacer nada absolutamente, sin que encuentre rebeldía en contra sino sumisión y miedo por las elevadísimas multas con las que sanciona lo más elemental (limpiar un camino, plantar un olivo, quemar dentro de un bidón la poda de un ciruelero, etc., etc.), sembrando no ya de miedo, sino de terror al campo y al campesinado, que ha perdido el control del campo, según estaciones, costumbres y tradición (ya ni se poda, ni se cultiva, ni hay ganadería [el pastoreo desaparece, vacas ya no quedan, las cabras a menos, etc.]). El campo se halla metido en un proceso de destrucción total. El campesino ya ni es dueño de sus propias propiedades, y todo ello, nos está haciendo los más pobres del mundo, sin que nadie se enfrente al poder absoluto de una dictadura con careta de democracia, donde no hay diálogo, y menos consulta alguna, y solo cabe pagar y callar. Los helicópteros del cabildo vigilan toda acción (hasta tal punto, que mientras un grupo de campesinos, hacían algo, al sobrevolarlos, uno de ellos en plan de broma, levantó el cuchillo, haciendo gesto de picarlos, y al rato ya estaba el seprona, deteniendo sin preguntar quién fue el que bromeó con dicho gesto, y no sigo con la que le cayó al pobre, porque estoy seguro, ustedes mis amigos, no se lo iban o van a creer). Pero, más allá de los helicópteros por el aire, por tierra hay un enorme despliegue de coches y humano, que lo controla todo, cual si de terroristas vigilados se tratara. Se ataca al campo más fértil del mundo, y nadie rescata al campo de este ataque constante y continuo. Es decir, han ocupado el campo, y no se marchan, sino que aumenta el personal y los automóviles en vigilancia día y noche y sobrevuelos. Costosísimo debe ser y es, el gasto de tanta maquinaria y personal, para evitar el campesino no haga nada en su tierra, en el campo. Se trata de un poder militar, con tropas con armas de multar, que matan (suicidios como única salida y huida de la cárcel y de pagar con lo que no tiene, ni para comer, al no permitirles tener una cabra, ni un cercado de papas, que se lo controlan todo y siempre encuentran motivos para multar (alguien planta un olivo, y le multan con 600,00 euros, por la hierba que arrancó para plantar el olivo, y como éstas, tantas que rayan la idiotez y la simplonería, como es la del caso, preferir crezca la hierba que se seca antes que plantar un olivo que da fruto y comida por tanto). Ya existe el riesgo, de que desaparezcan los cada vez menos campesinos que persisten en sus casas, sin poder pisar sus tierras, ni tener un animal, a no ser que sea uno o más perros. Exhiben pues, uniformes con gafas negras, gorros y ropas fluorescentes, con otros elementos que no son de relatar, actuando como verdaderos colonos, que machacan al pueblo esclavo con castigos muy severos (la ruina y la muerte), con tal de conseguir sus objetivos: todo se llene de tabaibas, y el campesino abandone su tierra, su casa, su todo, hasta la vida cada vez más (todo esto en silencio). Se acabó ya el trabajo en el campo. Al campo lo han convertido en pista de carreras, única actividad permitida, pero que en nada beneficia al campesino, con el deterioro del medio ambiente consiguiente. O sea, persiguen al campesino, por serlo, sin más, impidiendo ejerza su profesión, y se refugie en el interior de sus casas, sin más que esperar pasen los días, con miedo y el susto metido en el cuerpo, pues andan al acecho, y cuales gatos al ratón, caen sobre pobres e inocentes víctimas con abusos y atropellos a su dignidad, impidiéndoles el simple sobrevivir de sus tierras y animales, como así ha sido desde que el mundo es mundo. No hay presidente, ni consejero, ni alcalde, ni concejal alguno, institución o siglas de ninguna ideología que se ocupe y preocupe de algo tan grande y de tamaña magnitud. La solución, pudiera venir de otras instancias y de fuera del archipiélago, pues nadie de aquí, toma partido a favor del campo y de los campesinos, a los que se les trata cuales si fueran apestados. La situación, debiera saltar a la comunidad internacional, pero tenemos una prensa y otros medios tan desgraciados, que comprados, nada deja pasar en contra de esta actitud mafiosa y criminal contra el campesino y su campo vetado, por parte del cabildo, miedo y el sepro. Perversa es la acción del cabildo sobre el campo y los suyos. Nuestro campo, daría de comer al mundo, si lo dejaran cultivar y criar el ganado; sin embargo se importa del mundo entero lo que aquí es –o sería- de calidad superior e inimitable. El cabildo, solo hace mantener su estrategia de destruir cualquier resto del sector primario que se mueva. Sueña el campesino, con el retorno de y a su vida anterior, sin que esperanza alguna se vea, sino que cada vez se cierra más y más las puertas. Y frente a los miles y miles de agricultores y pastores desaparecidos, alardean la creación de una insignificante huerta para diez estudiantes de agricultura, alumnos de la granja del cabildo que con guantes, dentro de dos años comenzarán a producir algo, ¡a saber qué, y qué significa ese volver de un insignificante número de inexpertos nacidos en el asfalto capitalino, a donde están trasladando –para el engaño y el veneno- los nuevos cercados de cultivo, entre el humo contaminante de los coches y los residuos de cloacas, robadas al mar. Se han perdido fincas, comidas por las zarzas que se enseñorean encima de los árboles frutales ahogándolos y las cañas avanzan sin ser detenidas comiéndose los cercados de orillas hacia el interior, volviéndolos intransitables y estériles, y no te permiten limpiar ni cortar nada, porque todo lo tienen protegido. No se entiende una política tan errática y absurda, negadora de la producción propia y destrozadora de la Historia, etnografía, tradición, costumbres, vida, trabajo, etc. El problema es más que grave. La represión es brutal; se acaba con la identidad. Doblegado anda el campo ante el cabildo y su doble ejército (seprona y miedoambiente), que persigue al campesino, con quien se revancha soezmente, faltos de educación y violando sus propiedades de continuo. Se reprime al campesino a la inacción, a la pasividad, a la inmovilidad. Nada se recupera, sino que cada vez más todo se asilvestra y tupe o cierra. Y ello, sin alarma por parte del campo, que se esconde, sin más y huye. Desestabilizado anda el campo. Es patrullado a todas horas y a la vez, y tanto que entre ellos se molestan al cruzarse e ir en la misma dirección varios durante todo el tiempo. El campesino se siente incapaz frente a tanto uniformado y multas, se siente y ve asediado siempre. El campo –sencillamente- lo tienen controlado (cabildo-miedoambiente y el seprona). El campo, está ocupado, no por los campesinos, sino por el cabildo y los suyos. El cabildo controla todo movimiento, por pequeño que sea en el campo, impidiendo cualquier iniciativa o actividad o acción propia del mismo.

El Padre Báez.

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