domingo, 3 de mayo de 2020

AGUA FRESCA DE LA PILA

 

Mary Almenara.

 AGUA FRESCA DE LA PILA

Su caminata de hoy ha sido larga y fatigosa, se diría que agotadora  así, agotada, se siente ella después de andar tres horas por aquellos caminos abruptos y serpenteantes.
Partió de su casa cuando apenas el sol apuntaba en el horizonte, pintando con sus luces rojo - amarillento las montañas que podían verse a lo lejos. El aire se notaba fresco por lo que decidió coger una parka que la protegiera del frío.

Se calzó las botas, se colocó la mochila donde llevaba algo de alimento para el camino y, por supuesto su eterna cantimplora de agua, aquella que su abuela le regaló una noche de Reyes.
Cerró la puerta cerciorándose que todo quedaba en orden, e inicia el camino seguida muy de cerca por su fiel perro Luki: lo llamó así por aquella serie de dibujos animados que tanto le gustaba.
Juntos y felices emprenden el camino hacia la meta que se ha propuesto conseguir hoy. El paisaje que tiene ante sus ojos empieza a enamorarla y percibe como el aroma de los pinos, penetra por su nariz hasta llegar a sus pulmones llenándolos de aire puro y limpio.
Ya percibe a lo lejos la majestuosidad del anciano Roque Nublo que como un dios se alza hasta el cielo. Hace una pequeña parada para tomar un poco de agua y darle de beber a su mascota.
El sol se ha instalado en el cielo y nota que el calor comienza a hacer mella en su cuerpo pero continúa su caminar. Allá a lo lejos vislumbra una casa y dirige sus pasos hacia ella buscando un poco de sombra.
Al llegar la recibe una simpática anciana que la invita a pasar a la vez que le ofrece un poco de agua.
Penetra hasta el patio donde, presidiendo todo el entorno, se encuentra una talla de barro casi cubierta por el culantrillo que cuelga  de la pila de estilar.
Toma un café con la señora y continua su camino acompañada de su fiel perro Luki.

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