Hace muchos años que la aparcería era fuente de trabajo y riqueza para los canarios a ella
se dedicaban familias enteras, incluidos niños, para tener un medio de sustento con el que
sacar adelante a la familia, muchos adquirían solares que, poco a poco, iban construyendo
con la ayuda de amigos y familiares.
El tomate era exportado a otros países, siendo Inglaterra uno de nuestros mayores
compradores. Pero, la plantación del tomate se trasladó a otros países dejando a canarias en
la ruina.
Esto y la fiebre por fabricar para el turismo, hizo que los terrenos fueran ocupados por
hoteles y apartamentos viéndose muchos de aquellos aparceros obligados a trabajar en la
construcción o, sin preparación alguna, hacerse camareros o limpiadores de apartamentos.
Su desgracia fue no haber podido estudiar pues tenían que arrimar el hombro en cualquier
otro trabajo o irse con los padres a trabajar en los tomateros. Las mujeres se dividieron
entre el almacén o buscar trabajo en la hostelería.
Hoy la mayoría del tomate que entra en nuestras islas proviene de la península o de
Marruecos por lo que de aquellas plantaciones de tomateros solo quedan tristes recuerdos y
mucho cemento.
María Sánchez.
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