A pesar de no ser una gran forofa de los carnavales, tampoco me considero una enemiga total y absoluta de estas fiestas. El haber cumplido años me da licencia para opinar sobre ellas.
Años atrás el carnaval se vivía con más humor y menos odio, aunque siempre ha existido el típico pica pleitos que amargaba la fiesta a todo el mundo, pero lo de hoy puede ser cualquier cosa menos unos días para el divertimento y el esparcimiento.
Sin ánimos de meter a todos en el mismo saco sí afirmo que gran parte de la juventud a tergiversado la diversión con el libertinaje, no conciben una fiesta sino es a base de mucho alcohol y, en consecuencia, pleitos y demás.
Se de buena tinta de, niñas y niños de no más de catorce años, beben todo lo que encuentran hasta caer exhaustos bajo los efectos de ese coctel explosivo que son las drogas y el alcohol.
Es muy triste saber que muchos de estos menores engañan a los padres diciendo que se van a estudiar con amigos, pero lo más triste es que cuando la policía llama al domicilio para comunicarles la mala noticia, sus padres juran y perjuran que están en casa del amigo o amiga hasta que les explican que está con un coma etílico o ha sido violad@.
Me da pena de estos menores pero más de ceguera y permisividad que ostentan algunos padres y madres.
Mary Almenara.
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