El rostro y la mirada de buena gente de José Puche Hernández, retratado en un gigantesco mural realizado por el artista urbano Matías “Sabotaje al Montaje”, ocupa desde viernes 30 de julio la pared del bloque de viviendas de las Rehoyas que linda con el local del Club Arapiles.
Cualquiera que baje por la calle Virgen de la Paloma verá a Puche mirando al barrio, a la calle Macarena donde vivió y murió a los 58 años de un paro cardíaco el pasado 9 de diciembre de 2020.
Este viernes 30 de agosto finalizó el mural y se juntaron algunos de los principales promotores de la idea. Mi primo Francis me llamó y me lo contó, y volví a la Macarena, la calle de mi infancia, para hablar con los promotores del homenaje a Puche, para encontrarme con viejos amigos.
Alberto, el hermano del homenajeado nos cuenta que “Tres días después de su marcha, en el funeral, ya estábamos hablando que había que hacer algo para recordar a mi hermano. Mandi habló con Matías el de Sabotaje y contactamos con él. Matías vino a reunirse con nosotros, y planificamos las fechas para hacerlo”. Toni Farías, presidente del bloque de viviendas donde se hizo el mural, dio los primeros pasos que había que realizar, algunos trámites burocráticos. Dice Toni que “Para mi Puche era Jesucristo, estaba entregado absolutamente a hacer el bien a la gente, a los más necesitados, él decía que era mi hermano, y yo lo veía como un hermano entregado a los demás”. Sergio Farías, hermano de Toni, dice que “para mí Puche era un santo, no era de mi generación, pero él se relacionaba con todo el mundo”. En la misma línea se expresa José Luís García, también del club Arapiles, que dice que “Puche era muy buena gente”. Y Roberto y Francis Luján, que también se acercaron al mural esta tarde de homenaje.
También se movilizó Gabriel, del Club Arapiles, que nos cuenta que “puse huchas en diferentes sitios, no solo en el club, y como lo conocía todo el mundo la gente iba poniendo dinero para poder comprar los materiales, llamar a la grúa, el resto del material…”. Gabi dice que “lo conozco desde pequeño, para mi Puche era una ong ambulante, militó en todas las actividades de Las Rehoyas: en las primeras comisiones de fiestas, en el Proyecto Educa, en el grupo de la Palmera, en Rehoyando, en Adigranc (Asociación de Diabéticos de Gran Canaria), en Juventudes Obreras Cristianas, en la asociación de Vecinos Gánigo, en el grupos de rehabilitación de las viviendas de Las Rehoyas”.
Pedro Gil, presidente del Club Arapiles, dice que “Puche era la mejor persona que había por aquí, se movía no solo en las actividades del club, formó parte de la directiva 20 años, también se preocupaba por todos los más necesitados, cuando comenzó la pandemia empezó a moverse para buscar comida o medicamentos para la gente que no tenía recursos”. Pedro Gil se emociona y dice “la verdad que lo echamos mucho, mucho de menos, el me decía que yo era su segundo padre, es imposible olvidarnos de él, siempre estaba aquí preocupado por todos”.
En el club Puche siempre estaba apoyando actividades como campeonatos de dominó, billar, futbolín, zanga, envite, pim pon… Entramos en el club y Puche aparece en muchas de las fotos, en entrega de premios, en la celebración de los 50 años del club Arapiles que se fundó en 1966. Un club en el que también han ensayado comparsas o murgas como los Rockefeller.
No todo fue fácil. El covid, la burocracia y las citas previas retrasaban los permisos. Toni Farías recuerda que “La última semana teníamos problemas con el permiso de vía para la grúa, el permiso no salía para esta semana y la policía apareció hasta tres veces para pararla, y era la única semana que tenía libre el artista para hacer el mural, pero al final salió todo salió”.
Todo salió bien. Y a falta del reconocimiento institucional que suele ser tan lento para la clase trabajadora y tan rápido para los empresarios de postín o ex alcaldes que se premian por tradiciones basadas en conchabeos políticos, a Puche ya lo reconoció su gente, la gente de las Rehoyas, la gente a la que dedicó los 58 años de su vida.
Antes de marcharme Toni Farías me enseña la foto que hizo del mural cuando se retiró la grúa. “Fíjate como un rayo de sol atraviesa la mirada de Puche, después de hacerla la foto me vino a la mente el día que lo despedimos, fue un día gris, pero justo cuando colocaron la lápida un rayo de sol apareció y la iluminó, y hoy apareció ese rayo cuando hice la foto, me vuelvo a emocionar al verlo”.
Apenas siete meses después de que su corazón solidario dejara de latir, quizá de tanta entrega a los demás, Puche regresa al barrio para seguir hoy y siempre, mirando a los vecinos y vecinas, como diciéndoles que las Rehoyas sigue vive, las Rehoyas sigue siendo un barrio del que uno, quien esto escribe, gracias a gente como Puche, puede decir que estoy orgulloso de haberme criado allí.
SomosNadie.com
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