Marisol Ayala.
Hace una década que nuestro país, los españoles, vivimos una fecha
que ha marcado nuestras vidas. Una tarde de julio de hace diez años,
cuando solo pensábamos en sí aguantaríamos el partido de pie, es decir,
no sentados en un cajón, en la calle, en una silla compartida, en fin,
derrotados por las celebraciones en copa o vaso el éxito se puso de
nuestro lado.
Era once de julio de 2010. La ilusión, la euforia, hizo
una sociedad unida por el Mundial de fútbol. Todos soñamos con ver a la
selección española de fútbol alzando la copa que nos metería en la élite
del mundo. Recuerdo que tenía el encargo del periódico de ir al sur de
Gran Canaria y acceder a sitios desiertos buscando una bandera española,
un televisor encendido y la euforia propia de quienes pocas alegrías
les da la vida. Ese día un fotógrafo y dos periodistas llegamos a la
altura de Juan Grande y ahí nos separamos. Miki Ayala llegó en taxi
hasta un centro comercial de Playa del Inglés y yo tiré para Meloneras
para ver el ambiente pre televisivo del Mundial. El fotógrafo lo miraba
todo como los buenos informadores. En el conocido restaurante Serafín,
prácticamente en la orilla de Meloneras, pude tomar algo fresco en lo
que esperaba comunicar con los compañeros. Era muy difícil hallar
ambiente del mundial en esa zona salvo el que organizaron en la pared de
cemento. Con el mundial de fútbol la pregunta tan recurrente que
formulamos para otros actos históricos también la hacemos aquí. “¿Dónde
estabas cuando España ganó el Campeonato del mundo de fútbol?”. Todos se
acuerdan. De ese día guardo una imagen imponente. De vuelta a Las
Palmas íbamos los tres en el coche, rumbo a la redacción. Ni un vehículo
se cruzó en el camino.
Llegar a Las Palmas con el gol de Iniesta en el marcador desbordó las emociones contenidas.
fuente: https://marisolayalablog.wordpress.com/

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