Marisol Ayala
En los hospitales generales de Canarias se está viviendo con
discreción la calidad humana del personal sanitario para multiplicarse y
estar al lado de las asustadas parturientas, atenderlas,
tranquilizarlas. Médicos que han mutado en padres, parturientas que han
derivado en hijas y padres primerizos que aguardan en casa esa llamada
que con siete palabras lo dice todo.
“Ella está bien y el bebé, igual”.
El tiempo de aislamiento en un hospital siempre es mucho, eterno. El
bebé en un área, la mamá en otro y el papá en casa aguardando noticias.
Ese compromiso sanitario no tiene precio en días como los que vivimos.
La mañana que hablé con amigos médicos del centro comentaron en qué
estado de nerviosismo y temor llegan las madres primerizas al Materno
junto a su pareja. Miedo compartido. Es lógico, han visto en los medios
imágenes que no le han dado seguridad respecto a sufrir un contagio y
poner en peligro su vida o la de su bebé. Aterrorizadas. Es entonces
cuando asoma la mejor cara del médico, enfermera, etc. Los gestores del
Materno, en cuyo centro nacen cada día, ya lo saben, alrededor de 13
bebés, decidieron con muy buen tino, aislar a esas mujeres en áreas del
hospital pero con el personal sanitario pendiente de ellas para
controlar sus miedos. Desde ese semi aislamiento el personal las visita y
sirve de puente entre la paciente y su familia mientras las enfermeras
informan cómo está el bebé que por un contagio se encuentra en otra
planta. Impagable tarea que lidera por experiencia y conocimientos el
Jefe de Ginecología y Obstetricia del Materno Infantil, José Ángel
García, que junto a sus compañeros se han hecho cargo de un material tan
sensible como es la mujer que en días de coronavirus deben entrar en un
hospital percibiendo que son lo más importante.
La vida empuja, se abre paso pese a todo.
fuente: https://marisolayalablog.wordpress.com/
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