Mary Almenara
El frío reinante me ha llevado a hablar de una de
las prendas que, años atrás, fue la que más nos resguardó del tan temido frio
invernal.
La gabardina fue, por muchos años, la compañera de los caballeros, aunque años después, formó parte del armario de las señoras que también se inclinaron por esta prenda de abrigo.
No había detective que se preciara que no hiciera
uso de la gabardina. Pero la más famosa de todas fue y sigue siendo, la del
detective Colombo. Quién no recuerda a este personaje con su cuerpo desgarbado
y el eterno puro en la boca. No era por su atractivo, precisamente por lo que
se hizo famoso, todo lo contrario, pero aún así tuvo muchos seguidores y todos
le recordamos con su mugrienta gabardina.
Aquel abrigo largo, impermeable y hasta elegante fue
el preferido por aquellas personas que se sentían más cómodas que llevando el
paraguas, pues no era nada raro dejarlo en cualquier lugar que frecuentaran.
La tela era tan resistente y cómoda que incluso, el
ejército inglés, le encargó a su creador la gabardina para sus soldados durante
la I Guerra Mundial.
Aparte del ya mencionado Colombo, también la uso
Humphrey Bogart para la película Casa Blanca o el mismísimo Gene Kelly para
bailar bajo la lluvia.
Las primeras telas impermeables nacieron en 1823 de
la mano de Charles Macintsh. En 1880 Thomas Burberry, creó un tejido de
algodón, muy prieto y ligero, que le inspiraron los pastores de su localidad.
Para ello impermeabilizó primero el hilo y después la tela. Su auge comenzó en
1914 cuando se convirtió en la ropa de abrigo preferida para los soldados
ingleses.
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