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martes, 6 de febrero de 2018

¿DESDE CUÁNDO USAMOS? LA LLAVE.





¿Dónde dejé las llaves? Esta es la pregunta que nos hacemos al salir de casa al tiempo que buscamos en los bolsillos o bolso con desesperación desmedida y, es que quedarnos en la calle sin la llave es tanto como sentirnos solos en el desierto, a menos, claro está, que en la casa quede otra persona.
Al hablar de este artilugio nos viene a la memoria aquellas llaves tan grandes y pesadas que llegaban a hacer agujeros en los pantalones de los hombres amén de la incomodidad de cargar con ellas durante todo el día.
Las mujeres, al no llevar esa prenda, la colgaban a la cintura junto a la de la alacena donde se guardaba la comida y, no digamos la incomodidad de las celebres (amas de llave) Estas aguantaban un peso considerable de la mañana hasta llegar a la noche que la guardaban debajo de la almohada.
Poco a poco su tamaño fue haciéndose más pequeño hasta llegar al yale o llavín que se hicieron más cómodas de llevar para todos.
El cambio más radical se ha efectuado en los hoteles donde con una simple tarjeta podemos abrir cómodamente nuestra habitación a la vez que conectamos la luz.
Todo en la vida tiene un principio y esto de las llaves no podía ser menos. Las primeras cerraduras se conocieron en China hace 4000 año y se podían manipular desde los dos lados de la puerta mediante un gancho.
La revolución llegó con Josph Bramah quien en 1778 creó la llave cilíndrica con muescas en los dos extremos.
Lo paradójico es que se vendieran llaves para evitar los robos mientras el robo era considerado un oficio. En la Esparta del siglo V antes de Cristo el ladrón que era cogido infraganti era castigado, no por ladrón, sino por chapucero, algo parecido a lo que vemos en nuestros días con los que meten mano en lo ajeno.
La llave se convirtió en un símbolo desde el siglo IV regalándose a papas y reyes. En nuestros días se entrega, simbólicamente, a personajes famosos.
No olvide coger sus llaves al salir de casa para no verse en un apuro.

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