En esta época que nos ha tocado vivir no es
nada extraño ver como, día sí y día también, hay una pareja en la que la
relación con su cónyuge o compañero comienza como los barcos haciendo agua por
todas partes para, al final, terminal hundiéndose.
Lo
malo es cuando, los familiares y amigos, tratando de arreglar lo que ya no
tiene arreglo usan a los niños, si los hubiera, como punto débil de la pareja
diciendo, “hay les aprieta el zapato” y por ellos buscaran la solución.
También
se suele escuchar la concebida frase de “pues si parecían tan felices” y en
efecto, lo parecían, pero sólo ellos sabían lo que se cocinaba en su casa, y
como siempre la procesión va por dentro.
Esto
que les relato es para ponerles en situación del origen de la frase, (Ahí le aprieta el zapato). Cuando decimos
esto, tratamos de tocar el punto débil de la persona a la que va dedicada.
La
historia comienza con un cuento castellano protagonizado por un cura y un
zapatero. Éste último le explicaba al cura su intención de separarse de su
mujer el párroco, tratando de arreglar la cosa, ensalzaba las virtudes de la
señora a lo que el zapatero mostrándole sus zapatos replicó.
¿Qué le parecen mis
zapatos? A lo que el cura responde “bonitos y de buena piel” El zapatero
contesta “pero solo yo sé dónde me aprietan”
Siguiendo
esta máxima, nunca debemos inmiscuirnos en la vida de los demás.
Pues
cada uno sabe dónde le aprieta el zapato.
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