Pistolas, ametralladoras, fusiles, cohetes, lanzagranadas, cabezas de mortero o granadas de mano se venden o compran por cárteles de la droga, grupos paramilitares y guerrilleros, insurgentes, pandilleros, mercenarios, piratas o Gobiernos dictatoriales.
Mucha vista gorda
Tras la disolución de la URSS, un número elevado de armas quedó en desuso o fuera de control, lo que facilitó su venta a precios bajos. Junto a ello, la laxitud de algunos países a la hora de establecer barreras en las importaciones y exportaciones, la corrupción en los estamentos gubernamentales y los avances tecnológicos (transacciones bancarias electrónicas, internet, etc.), así como los robos, impulsaron el mercado negro.
Después del tráfico de drogas, el de armas es el segundo negocio prohibido más lucrativo del mundo. Sus consecuencias también son trágicas: cada año mueren más de medio millón de personas por la violencia ejercida a través de este armamento ilegal. En México, de los quince millones de armas de fuego que circulan por el país, trece millones (el 85 %) han sido vendidas de forma fraudulenta.
¿Cómo se burlan las leyes y acuerdos internacionales para adquirir este material? Según la analista política Lora Lumpe, autora de Tráfico de armas. El mercado negro mundial de armas ligeras, hay dos piezas clave en el entramado: los corredores de armas, encargados de reunir a vendedores, compradores, financiadores y aseguradores para que hagan un trato; y los agentes de transporte, que contratan vehículos, personal de carga y descarga y tripulaciones para llevar la mercancía al punto de destino.
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