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domingo, 11 de septiembre de 2016

¿Cómo aprendimos a fundir el hierro?


El punto de fusión del cobre es lo suficientemente bajo, casi 1.100 ºC, para poder fundirse en simples fuegos pero el hierro, con sus 1.808 ºC, requiere una fundición intencionada mediante un complejo proceso. ¿Qué dio la clave para que los pueblos de Oriente Medio empezaran a utilizar el hierro?

La mayoría de los artefactos encontrados en las excavaciones de la Edad del Bronce contienen un 90% de hierro, como la famosa daga del siglo XIV a. C. de Tutankhamon. Los análisis químicos han revelado que las impurezas contenidas en el hierro de la daga son níquel, lo que prueba que ese hierro vino de un meteorito. Luego posiblemente los primeros herreros utilizaron hierro fundido por la naturaleza, en este caso, nuestra atmósfera. Hititas y Sumerios reconocieron esta conexión al llamar al hierro “el fuego del cielo”; incluso la palabra egipcia que lo designa significa “trueno del cielo” y el término asirio, “metal del cielo”. Con los meteoritos como inspiración y guía, reconocer las menas de hierro en la Tierra era algo casi inevitable. Los meteoritos permitieron el salto a la edad del hierro.
Cuando los exploradores europeos se encontraron con los Inuits en el noroeste de Groenlandia se asombraron al descubrir que esta tribu esquimal tenía cuchillos, puntas de arpones y herramientas para grabar hechas de hierro meteorítico. Herramientas hechas con el legendario meteorito de Groenlandia se han encontrado a más de 2.000 km de distancia y transportado como quien transporta el dinero de un banco. En un lugar sin minas de metal accesibles, el hierro meteorítico ha permitido a estas tribus sobrevivir en el durísmo ambiente del ártico.

Los meteoritos permitieron el salto a la edad del hierro

Entre 1818 y 1883 cinco expediciones partieron en busca de la “Montaña de Hierro”, y fracasaron. Fue Robert E. Peary, guiado por un lugareño, que lo condujo a cierto lugar de la isla Saviksoah, al norte del cabo York de Groenlandia. En 1894 se encontró el famoso meteorito dividido en tres partes: Ahnighito, de 34 toneladas, laMujer, de 3 toneladas y el Perro de media tonelada.

Y como no podía ser de otro modo, los tres años siguientes Peary se dedicó a llevárselos del lugar construyendo la única vía férrea que existe de Groenlandia. Al final las fuentes de hierro de los Inuit fueron vendidos por 40.000 dólares al Museo Americano de Historia Natural, y hoy pueden verse en la Sala de Meteoritos Arthur Ross.

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