viernes, 23 de septiembre de 2016

A cuatro votos de salvar a las ballenas



Allá por el año 82, cuando aquí pensábamos en Naranjito y en el Mundial de Fútbol, España dio un paso gigantesco en favor de la protección y la conservación. La foto de esa victoria no fue la de una ballena, ni la de nuestras lanchas frente a los arpones de los balleneros. 
La imagen fue la de tres personas que acaban de salir de las votaciones de la Comisión Ballenera Internacional (CBI) con la alegría reflejada en sus caras por saber que su voto había marcado la diferencia en la protección de las ballenas. Fueron unas reuniones duras y el cansancio se acumulaba, pero mereció la pena. Ese año, la Comisión dictó el fin de la caza comercial, a través de una moratoria internacional sobre la caza de ballenas, que se hizo efectiva en 1985.
Greenpeace ya había denunciado antes la caza de ballenas. Desde el Ártico hasta Japón, desde Rusia hasta España, donde la carne de ballenas cazadas se vendía a Japón. Activistas de Greenpeace entraron a fotografiar las pruebas de la cacería y elRainbow Warrior I acabó detenido en el puerto de Ferrol.
Han pasado muchos años, y esta semana la organización cumple 45. Pero nos sentimos muy jóvenes y con ganas de más. Y con la misma fuerza ante retos históricos como los que tenemos a finales de octubre, cuando la Comisión Ballenera Internacional se vuelve a reunir para votar la creación de un santuario en el Atlántico Sur. Si se aprueba, toda la mitad sur de este enorme océano quedaría protegido desde el norte de Brasil hasta la Antártida, uniéndose con el santuario que ya se estableció allí. Una zona dedicada a la recuperación de las poblaciones de ballenas que viven en la región, más de 50 especies, y que quedarían a salvo de la caza y otras amenazas.
Solo es necesario que cuatro países cambien su voto para lograr el 75% de consenso necesario. Japón ha recurrido otros años a presiones y distintas tretas (Greenpeace destapó en el pasado sucesivos escándalos de corrupción en este sentido) para asegurar el voto de pequeños países y vetar el santuario. Pero este año está más solo que nunca y es posible ganar la votación.
Un millón de personas han firmado ya. Ayúdanos a que crezca la presión, a dar este paso valiente e histórico. ¡Firma para que las ballenas puedan nadar en paz en todo el Atlántico Sur!
Actúa!

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