Por José L. Román.- Nadie puede negar la evidencia de lo que sucede. Al que intente promover un proyecto nacional para abrir los ojos de nuestros jóvenes y desenmascarar la farsa del sistema actual, primero, se le persigue con la difamación, con la amenaza, el linchamiento, y con la agresión verbal y física. Si el proyecto aguanta la carga y logra presentar candidaturas en una o varias circunscripciones, entonces, se pone en marcha la segunda fase del plan diseñado por la “casta”, consistente en la omisión, el rechazo, el repudio, el silencio y la exclusión total y absoluta.
Cualquier proyecto nacional, que en teoría, debería iniciar su andadura con las mismas oportunidades y los mismos derechos y libertades que los demás partidos tal y como nos dice el sistema y la Constitución, será como digo ignorado, silenciado y excluido, por esos medios corruptos férreamente controlados por el poder económico y financiero.
Esta es la principal razón por la que con el régimen constitucional de 1978, resulta tan difícil -por no decir imposible-, crear un proyecto que destape la farsa puesta en escena bajo el nombre de democracia liberal, a través de la cual los farsantes sostienen un sistema autonómico ruinoso, insaciable y voraz.
Todo proyecto nacional al margen del bipartidismo y sus marcas blancas, que surja con la intención de desenmascarar uno por uno a todos los traidores a la Patria, o con afán de devolver a los trabajadores las conquistas sociales que les han sido arrebatadas, y con la idea de poner orden de una vez por todas en este manicomio de autogestión, será condenado a la extinción y al fracaso antes de su nacimiento.
Una formación modesta y limpia, constituida por trabajadores honestos, sin más medios que su formación, su esfuerzo y su trabajo, no dispone de dinero para alimentar a los medios hipócritas instalados en los tentáculos del sistema. La única posibilidad de que una formación sin apoyo mediático ni financiero prospere, será cuando sus fundadores y militantes vean en esa empresa un proyecto de futuro a muy largo plazo, siendo conscientes además de los únicos medios disponibles para darse a conocer, y estos no son otros, que las cuotas y donativos de simpatizantes y militantes; la utilización de las redes sociales a toda máquina; la información boca a boca; las visitas puerta a puerta con los puntos programáticos en la mano, y el saludo personal a pie de calle en todos los barrios, pueblos o ciudades antes, durante y después de una campaña electoral.
A partir de aquí, nos podríamos formular la siguiente pregunta: ¿Podría ese proyecto nacional romper el paradigma y terminar con la hegemonía de un sistema político controlado y dirigido desde la izquierda, que deja participar de vez en cuando a una “derecha” que insiste en situarse en el centro, pero que por su cobardía y ambigüedad solo sirve de comparsa? Lo preguntaré de otra forma, ¿creen ustedes que una manada de lobos podría cambiar la trayectoria del cauce de un río?
Después de décadas de extinción, en 1995 una manada de lobos fue reintroducida en el Parque Nacional de Yellowstone (EE.UU), provocando una sorprendente reacción en cadena.
Los venados y los alces emigraron a otras zonas más remotas para evitar a los lobos. Esto permitió que los pastos se regeneraran y comenzaran a crecer árboles en zonas muy castigadas por la erosión.
A los álamos que crecían con fuerza volvieron las aves y los castores, y éstos, ingenieros del ecosistema, crearon refugios para cobijarse y protegerse, así como nidos para otros animales como patos, serpientes o ranas.
Los lobos también vencieron a los coyotes, lo que provocó un crecimiento de la población de conejos y roedores. Como consecuencia de ello, volvieron los halcones, los zorros, los tejones y las águilas. Florecieron las zarzamoras y los frutos silvestres, cuya pulpa carnosa sedujo a los osos.
Pero uno de los cambios más espectaculares tuvo lugar en los cauces de los ríos. Al detenerse la erosión del terreno, se formaron pozas y charcas, aumentaron los rápidos y las cascadas, y los ríos ganaron cauce con nuevas trayectorias y meandros. En definitiva, la manada de lobos acababa de obrar un milagro natural.
El futuro en España con un nuevo proyecto nacional, se podría plantear de la siguiente manera: Hartos del abuso de poder del bipartidismo, y ante el temor del rumbo que está tomando el país hacia una república bolivariana, marxista leninista, y la amenaza constante de los nacionalismos separatistas, un grupo de españoles independientes, preparados y capaces, comprometidos con el bien común y dispuestos a terminar con esta debacle, se embarcaron en ese proyecto con coraje, con espíritu de servicio y con ilusión, para tripular la nave nacional y evitar que se fuese estrepitosamente a la deriva. Y aquellos “galeotes”, movidos por la grave situación política, económica y social, que comenzaron a remar sin ánimo de lucro y a base de pura fe y de patriotismo, lograron ganar las elecciones.
La vuelta a las urnas de ese 45% de ciudadanos hasta entonces abstencionistas, a los que se unieron miles de desencantados con una papeleta en la mano dispuestos a voltear los resultados, ahuyentó a los parásitos, lameculos y vividores, muchos de los cuales, jamás habían trabajado ni contribuido con sus impuestos a la vertebración del país, pues solo estuvieron en nómina cuando lograron alcanzar la teta pública gracias a la política.
El espacio dejado por los depredadores sociales, provocó también la salida de los oportunistas, enchufados, cómplices y encubridores de los corruptos, así como de los “estómagos agradecidos” claramente favorecidos por el bipartidismo, que fueron contratados durante décadas para ocupar cargos en la administración, puestos de asesores y correveidiles, o sillones en medios de comunicación cuyo déficit siempre había sido espantoso, angustioso e inquietante.
Entonces comenzaron a volver los jóvenes “cerebros” españoles sin afiliación política que un día tuvieron que emigrar buscando un trabajo en el extranjero, dispuestos a cubrir puestos de responsabilidad en función de sus méritos y su nivel académico o experiencia laboral, lo que a su vez provocó la práctica desaparición de miles de “colocados” por el solo hecho de aplaudir en mítines, asambleas o cenas de partido.
Los mercaderes-representantes de las mafias de toda índole, así como los empresarios ilegales y defraudadores, quedaron totalmente desprotegidos. Las más altas magistraturas del Estado fueron desinfectadas en toda su extensión por equipos NBQ. El Consejo General del Poder Judicial comenzó a ser elegido por todos los miembros de la judicatura, dándole carácter independiente como piedra base de una verdadera meritocracia.
En este clima de regeneración nacional, una nueva política fiscal hizo mucho más atractivo pagar impuestos que evadirlos. Al principio hubo protestas, sí, pero estas fueron terminando cuando los asalariados, los pequeños empresarios, autónomos y emprendedores, amenazados y esquilmados por el insostenible sistema autonómico, extirpado de raíz, tuvieron grandes incentivos para crecer, desarrollarse y expandirse.
Pronto vinieron los resultados en materia de creación de nuevos empleos y aumento de exportaciones. El gobierno recaudó más impuestos y los ingresos sirvieron para crear infraestructuras y fortalecer el desarrollo social, pero no con subsidios y dádivas para sostener un clientelismo político, sino en función de una verdadera generación de riqueza, cuyas plusvalías, se repartieron con criterios justos entre todos los factores humanos protagonistas del crecimiento económico.
Las instituciones y los servicios cobraron un alto valor al estar dirigidos, al fin, por una meritocracia; por líderes capaces y preparados; por personas dispuestas a servir al bien común sin dejarse corromper por las mafias del poder económico y mediático. Lo que trajo la confianza de los inversores, fruto de una justicia independiente dentro de un verdadero estado de derecho.
La corrupción cultural, conformada entre otros por el clan de “la ceja”, cariñosamente mimado por gobiernos de izquierda, pasó, de ser regla indiscutible a la hora de recibir subvenciones, a ser excepción con el cambio cultural de los ciudadanos españoles. Los niños dejaron de recibir adoctrinamiento marxista y separatista en las escuelas, y el mundo entero constató y verificó el milagro español.
La corrupción cultural, conformada entre otros por el clan de “la ceja”, cariñosamente mimado por gobiernos de izquierda, pasó, de ser regla indiscutible a la hora de recibir subvenciones, a ser excepción con el cambio cultural de los ciudadanos españoles. Los niños dejaron de recibir adoctrinamiento marxista y separatista en las escuelas, y el mundo entero constató y verificó el milagro español.
Así como el contexto, el ambiente y las relaciones influyen en la conducta social e individual, el sistema y el tipo de gobierno, moldean la conducta ciudadana. Es poco probable que las reformas cambien un país si no hay un cambio en el sistema político que provoque a su vez un cambio cultural en la sociedad. Muchos sociólogos atribuyen condiciones cíclicas al cambio, oscilación pendular que requiere tocar un extremo para volver.
Los lobos han podido cambiar el curso de un río, pero los españoles, si nos lo proponemos, romperemos paradigmas.
fuente : http://www.alertadigital.com/2015/06/13/el-proyecto-que-lo-cambiaria-todo/
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