Por CARLOS RAFAEL RODRÍGUEZ / CANARIAS-SEMANAL.ORG.- Ofreciendo una prueba más de que el Capital es incontrolable, el jueves pasado la empresa estadounidense Uber -que en diciembre suspendió sus actividades de transporte con chóferes no profesionales por la prohibición temporal decretada por un juez de Madrid en respuesta a la demanda interpuesta por la asociación de taxistas- ponía en marcha en Barcelona un servicio de comida a domicilio.
En un giro total de política empresarial Uber reaparece con dos objetivos bien definidos: revolucionar el sector de la comida a domicilio y mejorar la imagen de la compañía.
"Es un servicio distinto del que lanzamos en su momento. Este crea valor para todo el mundo, restaurantes, repartidores y clientes"- refirió el responsable de Uber en España, Carles Lloret.
Lloret, explicó además, que la plataforma se establecerá con restaurantes que ya tienen las licencias necesarias para repartir a domicilio; y aseguró que velarán para que los conductores, algunos procedentes de su antigua flota de choferes no profesionales, coticen a Hacienda, para de esta manera sofocar las críticas recibidas por fomentar la economía sumergida.
En resumen, que Uber ha llegado a España con la evidente intención de quedarse. Tal vez, con la intención de esperar una mejor oportunidad para intentar de nuevo introducirse donde antes no pudo.
No olvidemos que Estados Unidos y la Unión Europea negocian (casi en secreto) un tratado de libre comercio, conocido como TTIP, que tiene entre sus máximas aspiraciones “liberalizar el sector del transporte público, tanto como sea posible”.
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