Hace cuatro días una joven fisioterapeuta de Las Palmas de Gran Canaria vivió la siguiente historia. La llama un hombre que dice tener un importante dolor en la espalda; “necesito un masaje para relajarme, estoy fatal”, le dijo. La chica le preguntó si venía recomendado y le contestó “me han hablado muy bien de usted” le comentó. La chica le aclaró que tenía la tarde muy complicada y le puso difícil poder atenderlo pero el hombre insistió tanto que finalmente le hizo un hueco para última hora de la tarde-noche.
MARISOL AYALA
La fisio es una mujer trabajadora y cuando ayer contaba lo sucedido se le dibujaba la indignación en la cara. “¿Sabes?, tanta insistencia me hizo pensar mal…”.
Depravados de mierda. Hoy recupero un grito feminista de los noventa que se pregonaba mucho en las manifestaciones contra las agresiones sexuales y que viene a cuento: “¡El que quiera un agujero, que se compre un donuts!”
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