Los grandes yacimientos de carbón en la frontera entre Alemania y Polonia en la región de Lusacia son el objetivo de Vattenfall, una empresa propiedad del Estado sueco, y la compañía del grupo polaco PGE. Esta última muy cercana al primer ministro polaco, Donald Tusk, muy conocido por bloquear cualquier postura favorable a limitar emisiones y apoyar a las renovables.
Decenas de pueblos se ven amenazados de demolición, y unas 6.000 personas pueden perder sus hogares y su medio de vida para dar paso a estas minas de carbón.
Decenas de pueblos se ven amenazados de demolición, y unas 6.000 personas pueden perder sus hogares y su medio de vida para dar paso a estas minas de carbón.
El Gobierno polaco es conocido por su imprudencia. Pone en riesgo muchas vidas, además del clima, e insiste en tener al carbón como base de su política energética, al menos hasta el año 2050, en contra de la opinión pública de los polacos.
El impacto climático de extraer el carbón de los yacimientos de Polonia y Alemania Oriental (incluyendo Lusacia) sería devastador. Quemar este carbón para producir energía equivaldría a la mitad del las emisiones de CO2 permitidas en Alemania y Polonia para el período 2020-2050. Demasiado para que otros sectores distintos a la energía puedan compensarlo, incluso con una reducción de emisiones drástica. El carbón debe permanecer enterrado.
Soy una ciudadana finlandesa, que se ha mudado a Polonia hace poco más de un año para hacer todo lo que sea posible para evitar una catástrofe climática en un un país clave en la lucha por el medio ambiente en Europa. Necesito tu ayuda, si a ti también te preocupa parar este crimen climático que está cometiendo el continente supuestamente más amigable en temas de clima en nuestro planeta.
No te pido que viajes hasta aquí, más bien que unas tus manos conmigo, con los habitantes locales desesperados por salvar sus pueblos y miles de personas de al menos 14 países europeos este sábado en una cadena humana. La cadena conectará los pueblos en peligro de extinción de Kerkwitz en Alemania y Grabice en Polonia. Vamos a decir un NO rotundo a las minas a cielo abierto y un sí sincero a las energías renovables apenas dos meses antes de que los líderes de la UE decidan sobre nuestro futuro energético.
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