Científicos holandeses afirman haber dado con la clave del futuro de la carne: fabricarla a partir de células madre en biorreactores gigantes. Un cerdo que viviría tranquilamente en el jardín de la fábrica sería el propietario de las células madre, al que los técnicos pincharían de vez en cuando para extraérselas.
Esto es, más o menos, lo que recoge el estudio del filósofo Cor van der Weele y el biotécnico Johannes Tramper, publicado en Trends in Biotechnology. Ambos se definen como modestos carnívoros, preocupados por el efecto que tiene la producción actual de carne para los animales y nuestro planeta.
La solución que ofrecen es fabricar carne sintética a nivel local y a pequeña escala. En lugar de criar y matar cerdos, van der Weele explica que «estos animales pueden actuar como bancos de células mientras permiten que nuestra alimentación siga en contacto con los animales».
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El propio Bittman afirma que puesto que ya hemos convertido a los animales en máquinas de producir carne, ¿por qué no damos un paso en otra dirección y fabricamos carne en verdaderas máquinas para darles un respiro a los animales?
Frente a esta y otras iniciativas, algunos se muestran escépticos, poniendo en duda que personas que nunca han tomado tofu, por ejemplo, vayan ahora a hacerlo en forma de hamburguesas.
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Tremper y van der Weele intentan, en cierto modo, responder a este tipo de objeciones en su artículo: tratan de unir a locávoros (aquellos que se alimentan únicamente de productos locales) y geeks futuristas ofreciendo un producto aceptable para ambos. Los cerdos, defienden, no se limitarían a ser una fábrica de células madres, sino que mantendrían la conexión con la cadena alimentaria que muchos echan de menos en las nuevas formas de alimentación.
«De repente podemos visualizar un mundo en el que lo tenemos todo: carne, el fin del sufrimiento animal, la compañía de animales y tecnología sencilla cerca de nuestros hogares», ha declarado van der Weele en ocasiones anteriores.
Según el proceso diseñado por ambos expertos, las células madre, que a diferencia de las normales pueden replicarse muchas veces, pasarían del cerdo a través de una cadena de recipientes cada vez más grandes hasta un biorreactor con una capacidad de 20 metros cúbicos. Entonces se añadiría una enzima para que las células se agruparan en el fondo, se prensarían y se formaría con ellas una serie de hamburguesas. Cada lote se fabricaría en aproximadamente un mes.
Tramper calcula que un biorreactor podría fabricar carne para unas 2 500 personas, suponiendo que únicamente comieran carne y no más de unos 30 gramos al día. Los norteamericanos, por ejemplo, comen diez veces más, aunque es cierto que el consumo está comenzando a disminuir.
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Durante el proceso no se formarían fibras de carne, y menos aún un filete, y aunque el equipo está buscando ideas a partir de la tecnología existente, de momento es muy difícil conseguirlo a un precio razonable.
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