lunes, 9 de septiembre de 2013

INGENIO: HUELLAS DEL PASADO EN EL BARRANCO DE LOS AROMEROS










Antonio Estupiñán Sánchez (*)

      El barranco de los Aromeros, con sus siete kilómetros de largo, fue un importante baluarte en el sector agrícola, frutal y ganadero, desde los siglos XVI hasta el comienzo del pasado siglo XX (1.920), gracias a sus numerosos afluentes y galerías de aguas cristalinas que brotaban en sus riberas, haciéndola bien frondosa en su tupida vegetación, la cuál fueron aprovechados por los labradores y ganaderos del Carrizal, especialmente los que contribuyeron con la famosa “Casa-Huerta”  en la actualidad (Casa del Obispo) que perteneció al Señorío de Agüímes durante mas de tres siglos (1496 / 1837).
     Entre los años de 1.700 hasta 1.850 los lugareños bajo las órdenes de los “terratenientes obispales”, optaron por levantar grandes y anchos muros (entre 80 y 120 centímetros) a base de “piedra viva”, revestida con arena gruesa, picón fino volcánico y abundante cal al objeto de servir de muro de contención a las frecuentes crecidas del agua en el citado barranco por las lluvias invernales, protegiendo así las escasas zonas terreras de regadío y plantaciones ubicadas en las postrimerías del cauce del citado barranco.
   
  El barranco de Los Aromeros, se formó en el tercero y último ciclo magmático de su plataforma costera de la Comarca del Sureste de Gran Canaria, dentro de la Era Cuaternaria (entre diez mil y un millón de años), asimismo posee materias geológicas-formativas que es desconocidas en la mayor parte de nuestros barrancos isleños. De sus riquezas acuíferas y agrícolas causó la natural satisfacción de los numerosos obispos que pernoctaron, durante siglos en la hoy reestructurada “Casa del Obispo” en Carrizal, constituyendo la cercana huerta, una autentica despensa en la valoración de sus verduras y frutales durante mas de trescientos años.
     En los actuales tiempo de hoy ésta semi-desértica zona, protegida por sus humedades, conservan millares de plantas autóctonas, tales como las tabaibas, veroles, balos, tuneras de diversas especies, predominando las famosas “tuneras indias” y otras plantas endémicas, aparte de cañaverales, pinos-cipreses  y palmeras, donde ofrece a


la vista de millares de turistas y vecinos isleños que nos visitan a través de sus itinerarios, con esplendidas vistas panorámicas, después de la apertura de la circunvalación Carrizal-Ingenio- y futuro trayecto vía Agüímes. Indudablemente la perdida de sus ricos afluentes y manantiales de aguas y del 90% de su vegetación, fueron debidas a las extracciones masivas de su rico elemento por la abertura de innumerables pozos que fueron sacadas por las grandes maquinarias-diésel, donde posteriormente se fueron secando poco a poco, no solo éste vergel del barranco de los Aromeros, sino también de su otro cercano barranco limítrofe de Guayadeque.
     No cabe la menor duda de que los inventos del hombre en forma de progresos acaecidos a principios del pasado siglo XX, para beneficios de aguatenientes y terratenientes, dejaron en éstos dos barrancos “sendas huellas” de las canalizaciones, embalses-estanques, paredes y murallas y tierras de labranzas....”completamente desnudas”, incluido numerosas casas-máquinas, en estado de abandono y ahora para colmo de males, escasea de las entrañas de la tierra, las valiosas aguas subterráneas y en la superficie las aguas de lluvias, excepto la de las altas tecnologías en forma de...”aguas desaladas y depuradas” que en valioso y amplio programa de recuperación, están siendo utilizadas en estos mismo lugares para las plantaciones agrícolas / frutales con el fin de dar una nueva fisonomía en forma de vergel, orgullo de un pasado floreciente cuando las aguas limpias discurrían por este barranco del municipio Gran Canario de Ingenio.
(*).- Fue decano de los corresponsales de la prensa informativa escrita en Gran
        Canaria, hoy colaborador de los periódicos digitales informativos.


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