Antonio Estupiñán
Sánchez (*)
El barranco de
los Aromeros, con sus siete kilómetros de largo, fue un importante baluarte en
el sector agrícola, frutal y ganadero, desde los siglos XVI hasta el comienzo
del pasado siglo XX (1.920), gracias a sus numerosos afluentes y galerías de
aguas cristalinas que brotaban en sus riberas, haciéndola bien frondosa en su
tupida vegetación, la cuál fueron aprovechados por los labradores y ganaderos
del Carrizal, especialmente los que contribuyeron con la famosa “Casa-Huerta” en la actualidad (Casa del Obispo) que
perteneció al Señorío de Agüímes durante mas de tres siglos (1496 / 1837).
Entre los años de
1.700 hasta 1.850 los lugareños bajo las órdenes de los “terratenientes
obispales”, optaron por levantar grandes y anchos muros (entre 80 y 120 centímetros ) a
base de “piedra viva”, revestida con arena gruesa, picón fino volcánico y
abundante cal al objeto de servir de muro de contención a las frecuentes
crecidas del agua en el citado barranco por las lluvias invernales, protegiendo
así las escasas zonas terreras de regadío y plantaciones ubicadas en las
postrimerías del cauce del citado barranco.
En los actuales
tiempo de hoy ésta semi-desértica zona, protegida por sus humedades, conservan
millares de plantas autóctonas, tales como las tabaibas, veroles, balos, tuneras
de diversas especies, predominando las famosas “tuneras indias” y otras plantas
endémicas, aparte de cañaverales, pinos-cipreses y palmeras, donde ofrece a
la vista de millares de turistas y vecinos isleños que nos
visitan a través de sus itinerarios, con esplendidas vistas panorámicas,
después de la apertura de la circunvalación Carrizal-Ingenio- y futuro trayecto
vía Agüímes. Indudablemente la perdida de sus ricos afluentes y manantiales de
aguas y del 90% de su vegetación, fueron debidas a las extracciones masivas de
su rico elemento por la abertura de innumerables pozos que fueron sacadas por
las grandes maquinarias-diésel, donde posteriormente se fueron secando poco a
poco, no solo éste vergel del barranco de los Aromeros, sino también de su otro
cercano barranco limítrofe de Guayadeque.
No cabe la menor
duda de que los inventos del hombre en forma de progresos acaecidos a
principios del pasado siglo XX, para beneficios de aguatenientes y
terratenientes, dejaron en éstos dos barrancos “sendas huellas” de las
canalizaciones, embalses-estanques, paredes y murallas y tierras de
labranzas....”completamente desnudas”, incluido numerosas casas-máquinas, en
estado de abandono y ahora para colmo de males, escasea de las entrañas de la
tierra, las valiosas aguas subterráneas y en la superficie las aguas de
lluvias, excepto la de las altas tecnologías en forma de...”aguas desaladas y
depuradas” que en valioso y amplio programa de recuperación, están siendo
utilizadas en estos mismo lugares para las plantaciones agrícolas / frutales
con el fin de dar una nueva fisonomía en forma de vergel, orgullo de un pasado
floreciente cuando las aguas limpias discurrían por este barranco del municipio
Gran Canario de Ingenio.
(*).- Fue decano de los corresponsales de la prensa
informativa escrita en Gran
Canaria, hoy
colaborador de los periódicos digitales informativos.
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