AUTOR . FERNANDO BAEZ
La conciencia está dormida en el campo. Solo hay
silencio sobre el campo. No hay solidaridad con el campo y el campesinado. La
situación es de sufrimiento. El campo, está retenido. Se está contra la
dignidad del campesino y del campo. Nadie abre la boca en defensa del campo. El
campo está practicando la no-violencia de Gandhi, pero sin eficacia alguna. El
campo resiste y no actúa. No se interpela a nadie. Nadie se compromete a nada,
nadie interpela a las “autoridades”. El campo está alambrado. Las leyes
miedoambientales vulneran al campesino. Son leyes que hieren la sensibilidad
del campesino, y lo deshumaniza. Las políticas, están contra el campo y los
campesinos. El campo está encarcelado, y sin embargo, nadie lo denuncia. El
campo, está retenido. Están todos muy equivocados. El campo está encerrado en
sí mismo (esa es la cárcel). Miedo ambiente y el seprona (el cabildo), le pone
rejas al campo y encierra al campesino. Los políticos se oponen al campo.
Castiga al campesino. Vulneran la dignidad del campesino. Privan de libertad al
campesino. Controlan al campesino en cualquiera de sus movimientos, de forma y
manera excesiva y traumática (multas elevadísimas por nimiedades). Son tres los
que sufren la pérdida de humanidad: los que padecen este acoso, los que lo
aplican y a la sociedad que tolera estas prácticas contra el campo y el
campesinado. Agreden de continuo al campesino. Atacan al campesino. Se
deshumaniza al campesino. Se considera al campesino como fuente de recaudación,
al que nada se le permite producir. Es una violación en toda regla. Se
normaliza la acción del miedoambiente y el seprona (el cabildo). Se cambia a
mentalidad del campesino, contra el campo. Desaparece una cultura. Se vuelve
extremadamente difícil vivir en el campo y del campo. Se está dejando huellas
terribles en el campo (protección divina a las multimillonarias tabaibas que
ocupan ya tres de cuatro partes del terreno grantabaibero, como ejemplo, entre
miles otros absurdos y ridículos). Nadie defiende la dignidad del campesino.
Nadie condena la actuación cabildicia contra el campo. No se respeta al
campesino, por más anciano que sea y menor cada vez más su número. Hay un
combate estructurado contra el campo y el campesinado. El campo padece una
grave injusticia, que nadie denuncia. Ningún medio presta atención a estas
gravísimas noticias. Se vulneran derechos humanos. El campesino es víctima de
abusos inmedibles. Se perpetua esta situación a la que no se le ve merma, sino
aumento. Faltan palabras para describir lo que está pasando en el campo, y
nadie grita en su defensa. Se desprecia al campo y a los que en él viven y en
él trabajaban. Se hiere impunemente al campesino (multas y sanciones por todo y
por nada). No hay esperanza. Hasta los del Evangelio callan. La Iglesia lo ignora. Cáritas
no se entera. Nadie dice nada. Todos callan. No hay una sola voz que denuncie
la situación que va más allá del atropello. Se pierde la gran riqueza que cada
campesino atesora en su interior, que desaparece. Nadie opta por la defensa del
campo y de los campesinos. Todos optan por el silencio y la callada. Lo que
consumimos todo viene de fuera. Parece la sociedad grantabaibera es una
sociedad zombi, que no se entera y vive drogada con el fútbol diario y
constante. Nadie lucha en defensa del campo y de los campesinos. El campo sufre
la presencia constante y omnipresente del seprona y del miedoambiente con el
cabildo en su parque móvil. Ya es urgente unirnos para defender al sector
primario (cada vez más hay menos turistas). No hay grupo, ni asociación que
defienda el campo. Hay algunas siglas engañadoras y que se aprovechan los que
las detentan. Los sin papeles son mejores tratados que los campesinos nuestros;
los inmigrantes, tienen mejor suerte que los campesinos; los campesinos son los
peores en todo. No se le ve porvenir al campo (salvo como pistas para correr).
Los caminos del campo, se rehabilitan para carreras, sin más (no para el paso
de ganado o tránsito para el cultivo). Nuestro silencio, nos hace responsables
y cómplices. Es el mal mayor. La banalización es tanta, que se ha puesto en
marcha una serie de leyes y normar, reglamentos y artículos, que destruyen el
campo y al campesinado. Y todo ello, por nuestra falta de implicación social o
política, por nuestra negligencia. Las conciencias como si estuvieran dormidas
(ciegas por el fútbol y el carnaval). Oscuro se ve el futuro de leyes contra el
campo y el campesino. Se degrada el campo, y nadie reacciona, las conciencias
están dormidas. El trato es denigrante (endofobia). Hay alarma en el campo,
pero nadie la oye. Se retrocede en el campo, aceleradamente. Se limita toda
acción en el campo, y se persigue al campesino. Se estigmatiza al cada vez más
pobre campesino, al que se le controla hasta en la más mínima acción, toda
punible, que lo paraliza. El agro, desaparece...
El Padre Báez.
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