LA FUTBOLERIA CANARIA |
El del árbitro es, posiblemente, el rol más difícil de desempeñar en el fútbol.
Es muy difícil que un arbitraje deje contento a ambos equipos. Son los blancos preferidos de críticas de uno y otro bando, a lo que hay que añadir los medios de comunicación.
La conducta humana es única e irrepetible, cada individuo se adaptará a las circunstancias en función de su experiencia, objetivos y motivaciones, características físicas y psicológicas, sus costumbres, etc.
Exactamente así ocurre con los árbitros durante un partido de fútbol. Pero, teniendo ésto en cuenta, se puede decir que en la personalidad de un árbitro existen cuatro aspectos fundamentales que dirigirán su manera de actuar y arbitrar.
1ro. El primero, y más obvio, es el reglamentario:
Si bien es cierto que se le presupone un alto conocimiento de las reglas y normas que debe aplicar durante un encuentro, el mismo reglamento le concede cierto margen para interpretar, en cada situación de juego y en función de las circunstancias, dichas normas.
2do. El segundo, es el aspecto moral:
Se da por hecho que una persona que imparte justicia debe poseer una serie de valores que le otorguen esa superioridad moral necesaria para ser imparcial. Valores como la honradez, la lealtad o la firmeza, entre otros, son valores sin los cuales el árbitro no estaría legitimado para aplicar las reglas para las que ha sido designado.
3ro. En tercer lugar, el árbitro está obligado a poseer una serie de cualidades casi «sobrehumanas».
Debe tener capacidad de juicio, decidir bajo presión, anticiparse a las consecuencias de algunas jugadas, ser templado en su relación con los futbolistas y calificar y sancionar situaciones que cambian en milésimas de segundos. Además, para ser considerado como un buen árbitro habrá que destacar por tener dotes de liderazgo sobre el terreno de juego.
4to. Por último, y por si todo lo anterior fuese poco, el árbitro debe ser un atleta:
Se debe entrenar, cuidar, alimentar como lo hace un deportista de élite. Cada pocos meses son sometidos a duras pruebas físicas, que de no superarlas, supondrán la suspensión temporal para poder arbitrar.
A todo ello, hay que añadir las continuas críticas y presiones mediáticas de los distintos medios de comunicación.
Por todas estas razones y muchas más es que me llena de orgullo decir ¡SOY ÁRBITRO!
FUENTE: Pasión por el arbitraje
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