OPINIÓN
Mi Maestro Richard Wakefield me enseñó que para entender hay que emplear tiempo
en analizar. Y para analizar hay que tener datos. Con esta premisa, un día vi el programa de
“Cuentos Chinos”. Créanme que me dije, que no duraría un mes. Y, casi nunca fallo en mis
predicciones. Intentaron hacer algo novedoso y se les fue de original hacia lo ridículo. Solo ver
el decorado ya hacía ver que el fondo y la forma no estaban en sintonía. ¿Un programa de
chismes, de los de toda la vida, pero ambientado en China? No me gustó. Ni a mí, ni a la
audiencia.
Otro de los factores desencadenantes de este sonoro fracaso fue la elección del
horario. La arrogancia de Jorge Javier es desmedida. Siempre he pensado que estaba
sobrevalorado, pero no se podía decir nada porque la audiencia que tenía me quitaba la razón.
Las tardes eran suyas. Eso implica un tipo de público muy concreto. No es el mimo que el que
ve la televisión por la noche. Ahí radicó otro de los errores. El público del horario de la siesta es
un telespectador de menos cultura. Siendo horario laboral, a esa hora solo están delante de la
televisión las personas de clase más baja que no trabajan. Es más, este tipo de vector
poblacional es más de escuchar chismes que no le hagan pensar que de oír humor inteligente.
No voy a entrar en el detalle de la cantidad de gente que viendo el programa (y conozco
alguna) aprovechaba para escuchar chisme hasta quedarse dormida en plácida siesta.
En resumen, que lo que vi me indujo a pronosticar su fracaso. El todo vale no es para la
franja horaria de noche a la que se incorporan la gente que tiene trabajos estables y con un
poco más de criterio de selección. No es de extrañar que, a esa hora, triunfen los programas de
Pablo Motos o El Gran Wyoming. Telecinco sigue en picado. Ya no le funcionan las fórmulas
que antaño la pusieron en la cima. Pienso que la gente está harta de tanta confrontación en la
tele, la política, las redes sociales. Creo que estamos empezando a decir ¡basta! Queremos ser
felices y que nos cuenten cuentos chinos.
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Creo que los dos tenemos varitas mágicas y no nos equivocamos. Lo que temo con este hombre es que le ocurra lo mismo a M. Teresa Campos, que en cuanto no tenga una cámara delante, caiga en la gran depresión.
ResponderEliminar"Gracias Mary. Lo que no cabe duda es que Jorge Javier es un trabajador incansable. Esperemos que esto le sirva para reencontrarse y reinventarse. Me gustaría verlo haciendo periodismo serio. Creo que es muy válido y la humildad le puede llevar a escuchar más a los que dicen que hay caminos más honestos para conseguir audiencia. Han dedicado su vida a conseguir público a base de destrozar vidas y creo que necesita un cambio, por su salud. Esperemos que sus emociones se calmen. Lo necesita"
ResponderEliminarComentario de Luis Alberto Serrano