Probablemente que solo con leer el título la boca se le ha hecho agua, con el deseo de poder degustar este sencillo pero exquisito hermanamiento entre dos alimentos que convierten nuestros desayunos, meriendas o cenas en uno de los manjares favoritos de pequeños y mayores.
En mi memoria guardo el recuerdo de la churrería de Isidorito, que se encontraba en la calle Betancor Fabelo, y que según indagaciones, se abrió en 1959.
No podemos decir que el primer local reuniera muchas comodidades, era pequeño y no disponía de mesas donde poder sentarse para disfrutar de un buen desayuno. Pero en esa época no éramos tan remilgados sin contar que era la churrería más cercana que teníamos. Razón por la que mujeres y hombres llevaban los churros a casa, y allí se comían mojados en café y leche.
Isidorito siempre estaba acompañado por su mujer Mariquita, quien tenía un arte especial para cortar los churros a la misma medida al tiempo que abría los cartuchos, todo a la vez y sin equivocarse.
De ese despacho pasaron a otro local cercano al anterior de donde estaban situados y dispusieron de mesas pero, al poco tiempo Mariquita fue sustituida por la hija mayor, para luego pasar uno de los hijos a sustituir al padre y, con todo mi respeto, ya no era igual.
No debo terminar este artículo sin mencionar a una de las churrerías más famosa de la isla de Gran Canaria. Me refiero como no, a la Churrería Melian o a Celina y Paco. El negocio también nació en 1959 y el actual dueño lo heredó de su difunto padre. Esta pareja ha logrado llevar un producto tan sencillo al plano de ser un alimento exquisito.
Y por ahora les dejo pues voy a comerme unos churros con chocolate ¿Les apetece?
Mary Almenara.
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