Se alza tal alta y esbelta que desde su prodigioso mirador baja los ojos y contempla el mundo que hay bajo sus pies, se sabe envidiada por los matorrales que se arrastran por la reseca tierra buscando el fresco que su sombra les proporciona.
Desde su atalaya es la primera que divisa la luz del sol y el ocaso de la luna, su larga melena ondea al viento con el que dibuja hermosos pasos de baile balanceando su erguido cuerpo al son de un endemoniado baile que la hace entrar en un auténtico frenesí de lujuria y pasión desenfrenada.
Y, a pesar del cansancio agotador, ella continúa mirando al frente contemplando las ramas de los árboles caídos que ahora yacen tristes en el suelo.
Más no sabe que en cualquier momento su larga melena perderá fuerzas cayendo desfallecidas y que sólo servirán para barrer el suelo.
Autora: María Sánchez
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