Deambulo despacio por las calles solitarias, bañadas por un baño de luz intensa que penetra despacio por cada recodo, como si fuera un río de aguas doradas.
El aire, trae el aroma tenue de la madreselva que se mezcla con el acre del café recién hecho.
Allá a lo lejos se escuchan los cantos armoniosos de los pájaros que, poco a poco, abandonan sus nidos para remontar el vuelo hacia el cielo azul.
A ras de suelo solo se escuchan mis pisadas en los ya desgastados adoquines, mudos testigos de infinitos pasos, que han sido recorridos unas veces presurosos por ver al amor que espera, otros lentos, cansinos de una mujer a la que los años obliga a doblar la que otrora fuera esbelta espalda.
Continúo caminando, perdiéndome entre el murmullo de la nada que baja lentamente por las coloridas fachadas. Casi sin darme cuenta retorno a mi punto de partida, mi alegre y festiva casa.
Mary Almenara
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