levantarse de la cama notó que algo extraño iba a suceder que cambiaría su
vida, su corazón latía de un modo diferente eran sensaciones encontradas entre la zozobra y la alegría a las que ella misma no sabía dar explicación.
Con la taza de café en la mano se dirigió hacia la ventana desde donde podía contemplar el mar en toda su dimensión, miró a un punto y ahí se quedó quieta, estática cual efigie bellamente esculpida. Mientras tomaba el café a pequeños sorbos daba vueltas a su cabeza y a aquel sentimiento extraño que recorría su cuerpo, pero que aún no podía resolver, al terminar el café se dirigió a la cocina y de allí al baño para asearse.
Los días pasaron mientras ella cada vez sentía que algo dentro de su cuerpo estaba cambiando, hasta tal punto que, con algo de temor e incertidumbre, se decidió visitar al médico. Después de obsérvala detenidamente, la toma de las manos y mirándola a los ojos le dice “tienes la mejor enfermedad que puede desear una mujer” intranquila pregunta ¿Qué tengo doctor? A lo que él contesta “tienes un nuevo ser formándose en tu vientre.
María Almenara
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