Mary Almenara
Comenzaré diciendo que, como no puede ser de otro modo, respeto la opinión de todas las personas.
Los canarios celebramos la noche de los finaos el 31 de octubre, y aunque intentan que cambiemos nuestras costumbres por otras venidas de lejos, son muchas las personas que continúan con las tradiciones.
Nuestros niños salían por la mañana con una talega, tocaban en las casas de los vecinos y a la frase de ¿hay santos? Los obsequiaban con almendras, higos pasados castañas o lo que hubiera en la casa. Estos regalos se unían a lo que las madres tenían para comenzar la fiesta.
La reunión suele hacerse en casa de los padres o los mayores de la familia. Se comienza encendiendo el fuego para asar castañas y piñas mientras, por ser noches frías, se toma alguna bebida alcohólica, que como manda la tradición se trata del vino tinto para los hombres y la copita de anís del Mono para las mujeres.
En estas cenas no pueden faltar, además de las castañas y piñas, nueces, almendras, higos pasados y la manzana de nuestra tierra también llamada manzana francesa.
Entre castaña y copita de vino, se cuentan chascarrillos, se recuerdan a amigos y familia que nos dejaron rememorando anécdotas y frases que es una manera de no olvidarlos nosotros ni los más pequeños.
Estas tradiciones se mantienen vivas en pueblos como; San Mateo, San Nicolas de Tolentino, Ingenio, Valsequillo o Teror entre otros donde trasladan los finaos a las calles asando castaña y piñas con las que brindan al paseante.
También es tradicional en algunos de estos pueblos e incluso en otras islas los ranchos de ánima. Se trata de parrandas de tocadores que pasean por las calles tocando y cantando canciones, que en la antigüedad eran monótonas y hablaban de la muerte, como todo cambia estas músicas también se han modernizado siendo más alegres y participativas.
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