domingo, 19 de julio de 2020

Chapuza sanitaria

 Marisol Ayala.
Con 32 años, 186 kilos y una vida en continua lucha contra el sobrepeso que derivó en una operación quirúrgica para reducir su estómago, la mujer pensó que entrar al quirófano era dejar definitivamente atrás su cuerpo descontrolado que ya había puesto en peligro su vida.

 Para empezar ella entró al quirófano en enero del 2019 después de tres años y medio de espera luchando contra el miedo lógico de quien le ha dado mil vueltas a la cabeza, pero todo salió bien. La operaron en un centro concertado del SCS y estaba ilusionada. Había esperado tanto que pisar el quirófano supuso una alegría. Al fin, pensó.
A los dos años y medio de la intervención la paciente ya había perdido 55 kilos por su cuenta. Disciplina, toda. De hecho perdió en total 121 kilos. Estaba feliz sabedora, así le informó el cirujano, que cuando entrara de nuevo al quirófano para corregir la piel sobrante de la intervención quedaría como un pincel; los cincos centímetros que le cuelgan del estómago iban a desaparecer al igual que otros sobrantes en distintas partes del cuerpo. Lo cierto es que ya ha pasado un año y seis meses desde la intervención inicial y aunque su salud no se complica María del Pino, que así se llama la enferma, comienza a sufrir molestias, consecuencia de cicatrices que no acaban de cerrar. Su estética no es para exhibir y por eso sigue esperando que los cirujanos la llamen y concluyan su trabajo para poner punto final a su lucha. Lleva meses tratando de denunciar su estado porque “nadie entiende que a una persona se la opere en dos tiempos, meses y meses de distancia de una operación a otra; un disparate”.
Al final y eso ya es curioso, han sido los mismos médicos que la atienden quienes la han animado a denunciar públicamente su atropello.
“Pese a todo ha valido la pena”.
fuente:  https://marisolayalablog.wordpress.com/

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