Marisol Ayala.
Con 32 años, 186 kilos y una vida en continua lucha contra el
sobrepeso que derivó en una operación quirúrgica para reducir su
estómago, la mujer pensó que entrar al quirófano era dejar
definitivamente atrás su cuerpo descontrolado que ya había puesto en
peligro su vida.
Para empezar ella entró al quirófano en enero del 2019
después de tres años y medio de espera luchando contra el miedo lógico
de quien le ha dado mil vueltas a la cabeza, pero todo salió bien. La
operaron en un centro concertado del SCS y estaba ilusionada. Había
esperado tanto que pisar el quirófano supuso una alegría. Al fin, pensó.
A los dos años y medio de la intervención la paciente ya había
perdido 55 kilos por su cuenta. Disciplina, toda. De hecho perdió en
total 121 kilos. Estaba feliz sabedora, así le informó el cirujano, que
cuando entrara de nuevo al quirófano para corregir la piel sobrante de
la intervención quedaría como un pincel; los cincos centímetros que le
cuelgan del estómago iban a desaparecer al igual que otros sobrantes en
distintas partes del cuerpo. Lo cierto es que ya ha pasado un año y seis
meses desde la intervención inicial y aunque su salud no se complica
María del Pino, que así se llama la enferma, comienza a sufrir
molestias, consecuencia de cicatrices que no acaban de cerrar. Su
estética no es para exhibir y por eso sigue esperando que los cirujanos
la llamen y concluyan su trabajo para poner punto final a su lucha.
Lleva meses tratando de denunciar su estado porque “nadie entiende que a
una persona se la opere en dos tiempos, meses y meses de distancia de
una operación a otra; un disparate”.
Al final y eso ya es curioso, han sido los mismos médicos que la
atienden quienes la han animado a denunciar públicamente su atropello.
“Pese a todo ha valido la pena”.
fuente: https://marisolayalablog.wordpress.com/
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