lunes, 23 de marzo de 2020
La foto olvidada
Marisol Ayala.
Era una mujer joven, muy joven con dos hijos, varón y hembra. Vivía en Ciudad Jardín en Las Palmas de Gran Canaria. Era una casa grande y soleada. Su compañero era guapo hasta decir basta. Siempre con traje y chaqueta, sombrero y botines. Trabajar, trabajaba poco.
El chalé lo pagaba la familia de mi amiga. Un día el guapo viajó a Tenerife y no volvió jamás. Se llevó el Rolex de oro que le había regalado a su compañera. En ese escenario complicado uno de sus hermanos vivía en Ferrol y tenía una buena posición económica. Vino a buscarla. “Has la maleta que te vienes a casa”. Se la llevó a ella y a sus hijos que ya estaban alrededor de los 10 años. Tardaron otros diez en volver a su isla, es decir, ya cerca de los veinte. Cuando la vi no tenía nada que ver con la mujer que era. Delgada y de escaso pelo. Alguien me dijo que estaba enferma; que venía a su isla para ser operada. No tenía más de 45 años. Ya saben que la vida regala estrellas que te guían en la oscuridad. Quería saber la realidad de su salud. Entonces supe que estaba más enferma de lo que yo creía. Jamás volví a ver a sus hijos. Seguí su proceso hasta que avisaron. Había perdido la batalla.
El último noviembre Rubén, el varón, vino a Las Palmas; quiere ser Diplomático y busca su sitio en la vida. Me llamaba la atención, pura curiosidad, su interés por verme. Desde que pude le pregunté. Sacó una foto de la cartera y me señaló “mira…”. Allí estábamos las dos, su madre y yo, sentadas en una azotea de Ciudad Jardín muertas de risa. “Mamá me pidió que te la diera; ahí la tienes”. Cuando nos despedimos hicimos lo posible por quitarle drama al encuentro. Eso sí, me dio un abrazo interminable.
La foto ya tiene marco.
fuente: https://marisolayalablog.wordpress.com/
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