Artículo de María Sánchez.
Dijo el poeta “Vuelve el rico a su riqueza, vuelve
el pobre a su pobreza” Por mi parte añado que todos volvemos a nuestra
acostumbrada rutina, a vivir la vida con
más tranquilidad y sosiego después de las carreras y agobios de los días
previos a la Navidad.
Cada familia opta por determinados platos a los que
no renuncia año tras año. Otras se decantan por saborear un rico sancocho que,
según algunos, debe ser el plato principal por ser una de nuestras comidas más
típicas, pero los más tiramos de la carne, ya sea de cabrito o cochino, las
papas arrugadas y, por su puesto, que no falten los mariscos.
Pasada la noche del veinticuatro nos queda año nuevo
cena que solucionamos, más o menos, como la anterior. Pero aún nos falta por
pasar la más bonita, la que encierra más emociones y alegrías, nos queda el día
de Reyes dedicada a los más pequeños de la casa. En ella ponemos toda la carne
en el asador con el fin de hacer feliz a nuestros pequeños, ardua tarea esta
con los tiempos que corren, ya que con el paso de los años los gustos por los
juguetes van cambiando y mucho.
Como en todo hay diversidad de gustos pero cada vez
más los pequeños prefieren los juegos electrónicos, maquinitas como decimos los
mayores, quedando a un lado los juegos didácticos, los de mesa para compartir
en familia siendo los libros los menos deseados.
Este año lo he vivido de cerca, y es triste ver lo
poco o nada que se ilusionaban con un juego si no era electrónico. El caso es
que a la hora de hacer la carta, o preguntarles que piden a los Reyes, te dan
una lista muy variada y los mayores tiramos de ella para hacer las compras.
Pero ¿Qué ocurre? Que los mayores no entendemos de
“maquinitas, nos vamos a lo que conocemos y lógicamente erramos en la elección.
No hay comentarios:
Publicar un comentario