viernes, 7 de septiembre de 2018

El rasero de medir de algunos curas

 
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Por María Sánchez 
Es preciso que nuevos aires traspasen los muros y las mentes de algunos curas que aún hoy, piensan que solo ellos llevan razón.
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La llegada del papa Francisco a la iglesia católica ha sido como un soplo de aire fresco y renovador que entró por las ventanas cerradas, hasta ahora a cal y canto, de muchas iglesias ancladas en ideas y costumbres retrogradas y con olor a rancio.
El cambio efectuado es tan grande que más de una sotana tiembla nada más oír su nombre. Él llegó con las manos y el corazón abiertos para tomar entre ellos a los que a él se acercan.
Sería interminable hablar de los muchos cambios que ha llevado a cabo desde su llegada al Vaticano. Ante la mirada atónita de tantos curas anclados en el pasado y una mente arcaica, pidió perdón a los niños, hoy hombres, que sufrieron abusos por parte de curas corruptos.
Él no desprecia al homosexual, al divorciado al que vive en pareja sin pasar por el altar o al que se casa solo por lo civil.
Sin embargo a muchos curas estos cambios, o no les ha llegado, o no les interesa llevarlos a la práctica. Ellos continúan varados en sus ideas sin intentar ganarse al pueblo, sin ponerse a la altura de los derechos de sus feligreses pero sí exigiendo ser respetados, aunque su comportamiento en ocasiones no sea el más adecuado para un representante de la iglesia.
Pero, por suerte, cada vez son más los que siguen el ejemplo del papa Francisco. Como prueba de ello les contaré dos anécdotas basadas en hechos reales. Por un lado les hablaré de una pareja de chicas que un buen día decidieron unir sus vidas y ser madres.
Ambas querían bautizar a su hijo, no sin cierto temor a ser rechazadas, sin embargo el oficiante les permitió estar junto a su hijo en un momento tan importante para ellas.
La siguiente habla del cura de un barrio quien invitó a sus feligreses a la renovación de los votos matrimoniales. Entre los que accedieron a esa invitación había un matrimonio casado por lo civil, pero al que el cura no rechazó su deseo de renovar sus votos aun conociendo su estado.
Se da la circunstancia de que este matrimonio acude a misa y toman comunión.
Es preciso que nuevos aires traspasen los muros y las mentes de algunos curas que aun hoy, piensan que solo ellos llevan razón.
No harían mal en aceptar los cambios del mismo modo que los parroquianos aceptamos que ellos dejaran las sotanas colgadas, que ya no luzcan la tonsura, (redondel sin pelo de la coronilla) o el cleriman como distintivo de su condición sacerdotal que se asocia al anillo que llevan los casados.
Conociendo estos hechos es por lo que me pregunto ¿Hay varios raseros para algunos curas?

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