viernes, 22 de junio de 2018

La obligación de pensar y escribir

Roque Bentaiga, en la isla de Gran Canaria

En 1991 escribí mi primer artículo. Unos años más tarde escribir se convirtió en una obligación semanal. Considero necesario explicar por qué deseo compartir cada ocho días lo que reflexiono y analizo a partir de la actualidad que nos interpela.

 Lo descubrí hace décadas, siendo alcalde de Agüimes, cuando reservaba unas horas, cada martes del año, para reflexionar, analizar, escribir y publicar algunas de las preocupaciones o propuestas que me surgían durante mi gestión política o mi compromiso social.
Este impulso lo he mantenido como presidente del Cabildo y, cada semana, comparto un artículo de opinión en este mismo periódico, a quien agradezco su generosidad, porque necesito explicar cuáles son mis prioridades, qué objetivos pretendo impulsar, qué valores me orientan hacia unas conductas y me obligan a rechazar otras. Siento que publicando lo que pienso y escribo, rompo la distancia que desgraciadamente me separa de las miles de personas para quienes trabajo.
Mi tarea política es un servicio público que consiste en atender las necesidades de los ciudadanos. Pero me resultaría deshumanizado que hiciera esa tarea diariamente sin explicar mis preferencias, las razones y los sentimientos que me inspiran cuando defiendo un modelo de desarrollo económico y social que tiene como inspiración el ser humano y el medio en el que habita. No soy una máquina que actúa por estímulos y respuestas, sino que dentro de mí funcionan principios que he ido aprendiendo e interiorizando desde mi educación familiar y en contacto con mis compañeros de viaje y con toda la ciudadanía.
Tengo argumentos para defender determinadas ideas o decisiones que construyo en el diálogo, la lectura y el debate. Pensar y compartir me hacen más humano, completan mi tarea, pero también cumplo con una obligación. Considero que el político debe siempre responder ante alguien y de algo, de sus acciones y omisiones así como de sus consecuencias. En el fondo eso es ser responsable, el que puede y debe responder. La política es una acción de muchos. Es un ejercicio de diálogo entre representantes y representados para no acabar en el despotismo ilustrado. Escribo para mostrar mi pensamiento y dialogar con quienes me han elegido. Y escribo porque como decía un profesor en la universidad solo se piensa lo que se escribe.
La nueva sociedad de la comunicación que tiene tantos riesgos, nos ofrece la impagable posibilidad de interrelacionarnos con nuestra comunidad y con la gente con la que formamos parte de una misma sociedad. Con las nuevas herramientas de las redes y de internet, mi publicación semanal multiplica su efecto, y sobre todo me permite recibir sugerencias, aportaciones, críticas que me ayudan de forma decisiva a ajustar mi acción a las demandas de la ciudadanía, a conectar con el sentimiento de las personas que aceptan estar comunicadas y a evitar el síndrome del aislamiento en los despachos que suelen padecer los representantes públicos. Estoy convencido de que el conocimiento es poder. Después lo puedes utilizar en provecho particular o en beneficio colectivo. Depende de nuestra ideología. Pero el conocimiento, que en la filosofía popular “no ocupa lugar”, es decisivo en nuestra sociedad para construir un mundo más humano.
Por eso, publicar semanalmente me hace sentir que vivo la actualidad con las pasiones de quien está a pie de calle, pero también con la serenidad de quien reflexiona con rigor las causas y las consecuencias de los acontecimientos que afectan a la vida de nuestra gente. Soy consciente de que vivimos un tiempo de cambio de sociedad que modifica nuestras relaciones económicas, sociales, culturales, políticas. Y si queremos que Canarias, y Gran Canaria en particular, aproveche las oportunidades de este tiempo debemos saber analizarlo, estudiarlo, entenderlo.
No queremos ser una barca que se la lleva la corriente hacia donde otros quieran. Para evitarlo debemos conocer en profundidad todos los factores nuevos que están cambiando nuestra mentalidad, nuestros valores, la economía, nuestra cultura y nuestra identidad. Para ser protagonistas de este tiempo nuevo, desde unas islas atlánticas, tenemos que estudiar, participar, investigar todo lo que está afectándonos por el proceso de la globalización. Humildemente ofrezco cada vez que puedo, la síntesis que soy capaz de hacer para contribuir a crear una sociedad de personas libres y no de resignados súbditos del imperio.
La política no debe ser resultado del azar o del juego de intereses. Deseo que sea un ejercicio de personas libres, críticas, conscientes que dirigen los acontecimientos a favor de la mayoría. Por tanto, lucho contra el conformismo, la resignación o el pasotismo. Para combatirlo tenemos que pensar y poner en común lo que cada día descubrimos junto a miles de compatriotas. Ese es el camino hacia una sociedad igualitaria y libre.
Las reflexiones políticas no se pueden hacer desde una torre de marfil. Estamos condicionados por nuestros comportamientos prácticos y nuestra forma de vida. Con frecuencia se piensa como se vive, en lugar de vivir como se piensa. Decía Vaclav Havel que “La política es uno de los campos de la actividad humana que impone mayores exigencias al sentimiento moral, a la autorreflexión crítica, a la capacidad de sensibilizarse con el alma de los demás”.
Por eso reflexiono, escribo y publico. Para combatir también aquello que no me gusta. Aunque no resulte cómodo a determinados sectores. Aunque no resulte habitual en un cargo público. Steinbeck en 1938 escribió: “Quiero señalar con el dedo a los codiciosos hijos de puta responsables de todo esto para que se avergüencen, y donde mejor puedo hacerlo es en los periódicos”. Se trata de defender un sistema que nos debe permitir convivir en libertad y garantizar nuestros derechos y para hacerlo posible necesitamos un planeta vivo al que estamos poniendo en peligro condicionado por un sistema energético y desarrollista que se niega a perder sus privilegios y un poder político y económico a su servicio mientras nos ponen en peligro evidente con el calentamiento global y el cambio climático.
En mi libro anterior, “Tiempos difíciles. Apuntes para repensar la democracia”. Julio Anguita, el prologuista, hacía referencia a un cartel que vio un día en su Córdoba natal que decía “Levántate y piensa”. Y planteaba que estamos en una sociedad muchas veces abotargada y de confusión mental, lingüística y de valores, por una cultura de eslóganes, lugares comunes, instantáneas y un hábitat mental en el que no existen ni el pasado ni el futuro sino un presente formado por impactos visuales, auditivos y sensaciones efímeras…
Timothy Snyder -coautor con Tony Judt de “Pensar el siglo XX”- escribió el año pasado un libro con veinte lecciones que aprender del siglo XX para no dejarnos embaucar por la tiranía (Sobre la tiranía. Veinte lecciones para aprender del siglo XX). En su lección número 11 nos alienta a que comprendamos las cosas por nosotros mismos. Que dediquemos más tiempo a leer artículos largos: “de modo –dice- que intenta escribir un artículo de verdad por tus propios medios, que implique trabajar en el mundo real…investiga, verifica las cosas, redacta y revisa los borradores, todo ello en un plazo ajustado e improrrogable. Si descubres que te gusta hacerlo, monta un blog”… Realmente seguí sus consejos mucho antes de que él escribiera este libro…
Por eso escribo, repito. Por eso busco cada semana lectores, interlocutores, cómplices o discrepantes. Persigo el diálogo, el debate, la información. Cicerón señala en “Los oficios” que las personas pueden obrar injustamente de dos maneras: Activamente -cometiendo el delito- o pasivamente que es cuando se mira para otro lado a causa de la desidia, el temor, la indolencia o la complicidad. De la necesidad de luchar contra la indiferencia; de la pasividad como mal social. De la obligación de actuar con congruencia si pensamos que algo va mal, como escribió Tony Judt. Recuperar la razón crítica frente al totalitarismo de la indolencia. Porque la pasividad acrecienta el mal social. Porque no podemos asumir el respeto cobarde de los hechos y el fanatismo de los indiferentes. Porque si los ciudadanos no sienten aprecio por el sistema de gobierno del que son responsables, no está nada claro que puedan conservarlo y porque aceptar sin cuestionamientos todo los que se nos impone para limitar la democracia nos convierte en agentes de la injustica como plantea Thoreau. Es precisa una moral colectiva que comprometa al individuo con su comunidad…Porque la verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio.
En fin, escribo por todo esto desde hace muchos años. He publicado dos libros de reflexiones sobre la democracia y sus valores y dos sobre las relaciones entre la energía, el poder y el clima. Los dos temas me apasionan casi como una obsesión. Ahora acabo de editar la recopilación de lo que he compartido durante los tres últimos años, desde junio de 2015, desde que siendo alcalde de Agüimes me proclamaron candidato de NC al Cabildo de Gran Canaria, en un libro que titulé “Los caminos de una isla que se llama Gran Canaria” en homenaje al poema que Pedro García Cabrera dedicó a nuestra isla. Me sentí en la obligación de dejar escrita una crónica de estos tres años defendiendo la isla que queremos. Me sentí comprometido a dejar escrito el proyecto ecosocial que defendemos y el trabajo que estamos realizando para hacerlo posible.
fuente:  http://maspalomasnews.com/la-obligacion-de-pensar-y-escribir/

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