LA PISADA DE LA UVA
Los vinos
de nuestras islas han tenido siempre gran fama y renombre por su exquisito
sabor y cuerpo que, según los entendidos, se lo ofrecen nuestras tierras volcánicas
y nuestro sol. Disfrutamos de buenos caldos en todas nuestras islas, siendo en
Tenerife donde más bodegas se encuentran.
Podemos presumir de poseer vinos únicos, exclusivos de las islas que no se encuentran en otros lugares.
Pero,
cuando degustamos una copa de uno de nuestros vinos, ignoramos el trabajo que
se esconde detrás de ella. Amén de la plantación, riego y diferentes cuidados
que requiere en la tierra, es, después de la recogida, cuando llega el proceso
de hacer de las uvas un buen vino.
La vendimia
se efectúa en el mes de septiembre.
Hecha la recogida se pasa al lagar donde se depositan los racimos para
ser pisados. Hoy casi todo este proceso se hace por medio de máquinas que
aligeran la faena del hombre. Sin embargo no siempre se ha hecho de este modo
y, eran los pies de los hombres, los que pisaban la uva.
Los racimos se vacían en un cajón, normalmente
cuadrado, donde un grupo de hombres con los pies descalzos y los pantalones
recogidos a media pierna, dan comienzo al pisado. Para obtener mayor fuerza se
cogen por los hombros o por los brazos formando un corro para ir pisando
rítmicamente.
Al cabo de un tiempo predeterminado son sustituidos
por otro grupo que continúa con el trabajo. El jugo resultante se vierte por un
agujero o canaladura, llamada “piquera” hasta la tanquilla o lagarote, pila en
la que se recogía el mosto.
De ahí pasa
a la prensa artesanal de madera noble, normalmente añosa, que se guardaba en el
alpende. En su conjunto, y en términos genéricos, se componía de un gran madero
de castaño, pino o tea.
En la
actualidad estos vetustos lagares solo se pueden ver en antiguas fincas vitivinícolas
o en algún museo dedicado al vino.
Todo esto ha
sido sustituido por máquinas y prensas mecánicas. Aún así nuestros vinos
continúan siendo de los mejores y más reconocidos.
Saborear
una copa de buen vino es un placer, si nos pasamos de eso nos convertimos en el
hazme reír de quienes nos rodean.
María Almenara
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